Un bolígrafo es un utensilio que se utiliza para escribir. Este dispositivo cuenta con una pequeña esfera de metal en su punta, la cual gira con libertad, y dispone de un tubo lleno de tinta en su parte central.
Historia
La creación del bolígrafo es atribuida a Ladislao Biro, un periodista e inventor húngaro nacionalizado argentino. Disconforme con el funcionamiento de las plumas estilográficas, Biro ideó un instrumento de escritura con una esfera metálica en su punta y lo patentó en Europa en 1938. Cinco años después, con otra patente en Argentina, comenzó a comercializarlo bajo el nombre de birome (por su apellido y el de Juan Jorge Meyne, su socio).
Claro que al hablar de la historia del bolígrafo no podemos dejar de mencionar la marca BIC, la cual se ha convertido en sinónimo de este producto en muchas partes del mundo. Todo comenzó en el año 1945, cuando los franceses Edouard Buffard y Marcel Bich fundaron la compañía Société PPA, dedicada a la fabricación de portaminas, bolígrafos y otros productos relacionados.
El ya mencionado Biro, decidió vender su licencia a dicha empresa, y fue entonces que surgió el primer bolígrafo bajo la denominación BIC, la cual llegó al mercado en el año 1950. Nótese que la misma fue recomendada a Bitch por el publicista Raymond Savignac, no sólo para el producto sino también para la compañía. En el año 1951, cuando BIC llegó a Bélgica, comenzó su entrada en el ámbito internacional, llegando en poco tiempo a varios países de Europa, Sudamérica, Australia y África.
Descripción general
Con respecto a la estructura del bolígrafo o birome, consiste de un tubo metálico o plástico que alberga una tinta especial. En la punta de carga, la bolita o bolilla de wolframio o acero gira y, al desplazarla sobre el papel, permite escribir a partir de la dosificación de la tinta.
Al cuerpo del bolígrafo se lo conoce como caña. Al depósito de la tinta, por otro lado, se lo suele nombrar como carga. En cuanto a la tinta, es importante mencionar que resulta espesa y que no se seca en el contenedor, pero sí sobre el papel (y de manera inmediata).
Los bolígrafos además suelen disponer de distintos accesorios y mecanismos para facilitar la escritura y el propio transporte del elemento. Muchos bolígrafos tienen un pulsador para ocultar y exponer la punta, mientras que varios presentan un clip para que el usuario pueda sujetar el instrumento a su bolsillo.
Colores
El bolígrafo tradicional viene con una carga de tinta azul, que es el color considerado estándar para la cumplimentación de documentos oficiales y formularios en general. Pero como todos los productos de diseño industrial, éste ha atravesado innumerables modificaciones a lo largo de su evolución, y la variedad de colores es su característica más evidente. Si bien en la actualidad se comercializa en una amplia paleta, los más comunes son el negro, el rojo y el verde.
Estos tres pueden tener diferentes usos, más allá de las cuestiones estéticas. Por ejemplo, el negro suele ser una alternativa al azul para la escritura, tanto en el ámbito estudiantil como en el laboral. El rojo y el verde, por otra parte, suelen ser usados por los docentes para hacer correcciones y anotaciones en los trabajos de sus alumnos: el rojo indica los errores, mientras que el verde destaca los aciertos.
También existen los bolígrafos de múltiples colores, que pueden incluir naranja, lila, violeta, celeste y amarillo, entre otros, a los cuatro tradicionales. Pero el rasgo principal de estos productos es que tienen varias cargas en un mismo cuerpo, cada una de las cuales se activa mediante una pequeña palanca deslizable. Ya sea por cuestiones estéticas o funcionales, contar con varios colores en un solo bolígrafo es sin duda muy conveniente.