Burnout es un término que no forma parte del diccionario de la Real Academia Española (RAE), pero que se utiliza con frecuencia en nuestra lengua para aludir a un síndrome vinculado al estrés laboral.
El síndrome de burnout, síndrome de estar quemado o síndrome del trabajador quemado, por lo tanto, aparece cuando una persona está sometida de manera periódica a situaciones estresantes. La idea, como ya indicamos, se emplea respecto al entorno de trabajo.
Consecuencias del burnout
El individuo con esta condición tiene inconvenientes para manejar las situaciones conflictivas o los problemas debido a un desgaste progresivo. Quien padece el burnout sufre la falta de energía, carece de motivación, evidencia un agotamiento emocional y tiene un elevado grado de apatía. Físicamente, además, puede padecer de fatiga crónica, dolor de cabeza y trastornos gastrointestinales. Estos factores no solo lo afectan negativamente en su cuerpo y en su psiquis, sino que también lo llevan a reducir su desempeño en el trabajo debido a ese desgaste profesional.
Aunque todas las personas pueden desarrollar el síndrome de burnout, es más frecuente en los oficios y las profesiones con una alta carga de estrés, como los médicos, los enfermeros, los ingenieros y los deportistas profesionales. Los trabajos que acarrean una carga horaria excesiva también pueden provocar el burnout.
El sujeto con burnout se siente cansado desde el instante en que se despierta y hasta puede padecer una despersonalización. Por eso llega a su lugar de trabajo fatigado e irritable. A lo largo de la jornada nada le provoca bienestar, sintiéndose insatisfecho de forma constante. Fuera del horario laboral, tampoco consigue reducir el estrés y son frecuentes los cambios de humor.
Señales de riesgo
Con respecto al perfil de las personas que son más propensas a sufrir el burnout, existen varias características que suelen compartir, las cuales pueden servir como señales de riesgo para actuar antes de que sea demasiado tarde:
- Dificultad para separar el trabajo de la vida personal, o bien para darle a cada parte su propio espacio, a causa de sentirse muy identificado con la profesión.
- Tendencia a estar siempre atento a las necesidades de los demás y a cumplir todas las funciones posibles, incluso aquellas que se encuentran fuera de las propias obligaciones.
- Falta de control sobre las situaciones que tienen lugar a lo largo de la jornada de trabajo.
- Monotonía y falta de incentivo.
- Problemas de concentración
Diagnóstico preliminar de burnout
Si en nuestro puesto de trabajo se cumplen algunas de estas condiciones, o todas, y deseamos saber si estamos experimentando burnout, entonces hay una serie de preguntas que podemos hacernos para elaborar un diagnóstico preliminar, que nos ayude para saber si necesitamos preocuparnos por nuestra situación:
- ¿Nos hemos vuelto demasiado críticos o cínicos en el lugar de trabajo?
- ¿Nos cuesta mucho desplazarnos a nuestro trabajo y, una vez allí, comenzar a realizar nuestras tareas?
- ¿Nos hemos vuelto impacientes o irritables con nuestros colegas o clientes?
- ¿Nos falta la energía necesaria para mantener un nivel consistente de productividad?
- ¿Nuestros logros en el trabajo no nos producen ninguna satisfacción?
- ¿Estamos desilusionados por las condiciones y los objetivos que nos proponen en el trabajo?
- ¿Hemos desarrollado un desequilibrio alimenticio o alguna adicción, como ser al alcohol o las drogas?
- ¿Se han visto afectados nuestros hábitos de sueño a causa de la tensión y las presiones que experimentamos en el trabajo?
- ¿Nos preocupan nuevos dolores o problemas físicos que parecen haber comenzado de forma repentina?
El tratamiento
Aunque los tratamientos para combatir el burnout cambian según cada paciente, lo habitual es que se busque que la persona aprenda a reservar tiempo para aquello que le genera placer. También se sugiere la realización de actividad física y diversas técnicas de relajación (meditación, yoga, etc.).
Otro consejo para comenzar a combatir el burnout es intentar encontrar los aspectos positivos del trabajo, aquellos que quizás reconocíamos en el pasado pero han quedado enterrados bajo el estrés y la desilusión. Por supuesto, lo ideal es prestar atención a los síntomas mencionados previamente para trabajar en la prevención del burnout, gestionar con éxito los desafíos emocionales del trabajo y actuar antes de la irrupción del síndrome.
El burnout y las empresas
La prevención y el tratamiento del burnout son indispensables para cuidar la salud mental de los trabajadores, evitando cuadros de ansiedad y depresión y muchos otros trastornos. De todos modos, dejando de lado el bienestar de las personas (que obviamente debe ser lo principal), las empresas también se benefician si evitan que sus empleados padezcan el síndrome.
El trabajo excesivo, a diferencia de lo que podría suponerse, provoca una reducción de la productividad debido al deterioro del rendimiento. La falta de motivación, en tanto, lleva a un crecimiento del absentismo laboral. Prestar atención a las emociones de quienes componen los recursos humanos de una compañía, pues, es una decisión inteligente para cualquier empleador ya que defiende sus propios intereses.