El caciquismo es la influencia o el dominio de un cacique sobre la población. El término también hace referencia al sistema político que se basa en el ejercicio de poder del cacique.
El cacique
Resulta imprescindible, por lo tanto, centrarse primero en la noción de cacique. Así se denomina al líder de una comunidad de aborígenes y a aquel que tiene una autoridad exagerada o ejerce un influjo desmedido en un grupo.
Supremacía del cacique
El caciquismo, pues, es un régimen que se basa en la supremacía del cacique, quien puede conducirse de una manera despótica o arbitraria. Por lo general la noción se emplea para aludir al sistema establecido o dirigido por un gobernante de una región subdesarrollada, aunque puede tener otras connotaciones.
Puede afirmarse que el caciquismo supone una distorsión de la democracia. Si un mandatario es elegido por la vía democrática pero luego se erige como cacique, el espíritu del sistema se ve vulnerado. Debemos resaltar el hecho de que esta persona que asume el poder tiene un dominio absoluto de la sociedad, algo que siempre deja una huella de sangre en la historia de nuestra especie.
Debemos señalar que, si bien ha habido casos de caciquismo en diversas partes del mundo, fue en América Latina donde más ejemplos podemos encontrar. Para distinguir el concepto original de cacique (definido brevemente más arriba, en relación a una comunidad indígena) de la figura despótica que representa el caciquismo, debemos sumar la idea de clientelismo político. Se trata de un intercambio de favores entre personas relacionadas con el gobierno, que puede darse de forma directa o indirecta, para conseguir un marcado apoyo electoral.
Está claro que un dictador no suele acceder al poder de forma limpia y frontal, por medio de la votación democrática. Siempre existe un cierto grado de manipulación, un número de acuerdos a puertas cerradas con personas que tienen diferentes intereses, tanto dentro como fuera del país, sin dejar de lado la manipulación de los medios de comunicación. Dicho de otra manera, estos individuos ascienden al cargo a través de negociaciones, dando algo a cambio de los votos. Quienes caen en la trampa suelen valorar los beneficios que obtuvieron durante la etapa electoral más que los principios que se vieron vulnerados en su propia nación, y por eso sostienen su decisión en medio de la dictadura.
En España
Para hablar del caciquismo en España debemos remontarnos a la llamada restauración borbónica, una etapa de su historia que comenzó a finales de 1874 y se extendió por varias décadas, hasta 1931, cuando se proclamó la Segunda República. Se llama de esta manera porque hace referencia a que la Casa de Borbón, más precisamente Alfonso XII, recuperó el trono.
Si bien suele asociarse esta forma de acceder al poder mediante favores con la Restauración, en España ya había existido mucho tiempo antes. Más adelante, este sistema se pudo encontrar sobre todo en el ámbito agrario, o más bien fue allí donde cobró más fuerza, ya que también tenía presencia en las ciudades. En el siglo XIX se hicieron oír quienes querían reformar la política del país, que por aquel entonces tenía una mayor proporción de vida rural que urbana, y donde proliferaba el caciquismo con demasiada facilidad.
Intromisión excesiva
Más allá de la política, la idea de caciquismo se vincula a una intromisión excesiva de alguien en un cierto asunto, aprovechando su ascendencia o su posición dominante. Esto implica que interviene en determinadas cuestiones por demás.
Supongamos que un futbolista lleva quince años en un club. Este deportista influye en la elección de entrenadores, opina sobre las formas de entrenamiento, aconseja sobre las tácticas y hasta sugiere qué jugadores deben formar parte de la alineación inicial. El futbolista, de este modo, ejerce un caciquismo en la institución, condicionando el accionar de otros miembros del club con sus palabras y actitudes.