El concepto de calibración hace referencia al acto y la consecuencia de calibrar, un verbo con varias acepciones. Calibrar puede consistir en calcular o determinar el calibre de un elemento; ajustar un instrumento respecto a una referencia; o valorar o estimar algo.
Comparación de valores
La calibración, por lo tanto, puede radicar en la comparación de los valores que se obtienen utilizando un instrumento de medición con la medida que corresponde a un patrón de referencia. De este modo, la calibración de un instrumento se realiza apelando a otro de mayor precisión que ofrezca valores que puedan verificarse.
Al comparar lo que indica el instrumento que se somete a la calibración con el valor del patrón de referencia, se puede saber qué tan preciso es el artefacto en cuestión. A mayor frecuencia de calibración, mayor exactitud de las mediciones, ya que este proceso permite desarrollar los ajustes que hagan falta.
Por lo general la calibración se lleva a cabo bajo condiciones controladas. Esto quiere decir que la temperatura, la humedad y otras variables son manipuladas para que no afecten las mediciones. Partimos de la base de que los valores tomados como referencia han sido almacenados en las condiciones que debemos respetar a la hora de realizar la calibración.
El polvo o la suciedad en general son enemigos de la calibración en muchos casos, sobre todo cuando pueden afectar el correcto funcionamiento de piezas mecánicas o el contacto eléctrico de un dispositivo electrónico. De hecho, suelen ser la causa de muchos desperfectos que conducen a una inevitable calibración para confirmar las diferencias con los valores correctos. Una vez hecha esta comprobación, debemos proceder a realizar una limpieza adecuada, para finalmente repetir el proceso de calibración hasta que los resultados sean aceptables.
Utilidad de la calibración
Existen muchos motivos que pueden hacer que una calibración sea necesaria. Si las mediciones de un instrumento son cuestionables, por ejemplo, la calibración resulta imprescindible. También puede ser que sea ineludible la calibración si el dispositivo fue sometido a un cambio brusco o amplio de temperatura, si sufrió un golpe o si ya fue utilizado durante mucho tiempo.
Las balanzas, los micrómetros, los relojes comparadores, los tacómetros, los amperímetros, los microscopios y los termómetros son algunos de los aparatos que deben ser sometidos a calibración para que sigan siendo fiables.
Pantallas táctiles y mandos
Si bien en la actualidad las pantallas táctiles son muy comunes y sus tecnologías han avanzado considerablemente en las últimas décadas, las primeras versiones eran menos sofisticadas y requerían un mantenimiento más frecuente por parte del usuario. La calibración de una pantalla táctil puede servirnos para detectar imperfecciones en la detección del tacto en ciertas partes de su superficie, las cuales se pueden deber a la presencia de partículas de tierra, a un desgaste excesivo o a desperfectos internos.
Por lo general, a lo largo de este proceso el usuario debe tocar diferentes partes de la pantalla, de manera individual o simultánea, y el sistema avanza de un paso al siguiente cuando detecta cada acción correctamente. Los mandos de videojuegos, e incluso algunos de televisores, suelen incluir tecnologías para la detección del movimiento en el espacio y la rotación por parte del jugador. Esto tiene un cierto margen de error, y por eso es necesaria la calibración, para asegurarnos de que nuestro dispositivo responde correctamente incluso cuando nuestra experiencia no sea del todo satisfactoria.
Las palancas de mando, que incluso en nuestra lengua suelen llamarse sticks, son partes de los mandos generalmente delicadas o susceptibles de un gran desgaste, en particular si se usan para títulos de acción frenética, como la lucha. Juegos que requieren movimientos rápidos y extremos de forma consecutiva durante varios minutos pueden acarrear problemas en estas piezas. Su calibración suele consistir en moverlas hacia las esquinas y luego realizar una rotación completa.