Un canal de comunicación es un soporte que hace posible la circulación de señales con información, permitiendo que un emisor y uno o más receptores lleven a cabo un acto comunicativo. Se trata de un recurso concreto que debe funcionar de manera correcta para que los mensajes lleguen sin inconvenientes.
El canal de comunicación, por lo tanto, es el medio a través del cual se envían y se reciben las señales. Hay expertos que lo comparan con un conducto que encauza los datos.
Funcionamiento de un canal de comunicación
El funcionamiento de un canal de comunicación se basa en permitir que la información fluya desde el emisor hacia el receptor, brindando el marco adecuado para dicho traslado. Cuando el canal sufre un daño o registra algún tipo de ruido, surgen barreras de comunicación que dificultan o impiden el acto comunicativo.
Para que pueda concretarse la comunicación, siempre debe haber un canal disponible. De lo contrario, no hay forma de que el mensaje vaya del emisor al receptor. Incluso en un diálogo cara a cara entra en juego un canal: el aire, que posibilita la transmisión de las ondas sonoras que constituyen la comunicación oral.
Más allá de los detalles técnicos que se tienen en cuenta en la teoría de la comunicación, coloquialmente suele asociarse la idea de canal a una vía. Por eso una empresa puede indicar que un número de teléfono móvil (celular) o una dirección de correo electrónico son sus canales de comunicación. Sin embargo, en las ciencias de la comunicación, la idea se emplea con mayor especificidad.
El acto comunicativo
El acto comunicativo es la acción que consiste en la transmisión de un mensaje mediante un canal de comunicación, empleando una codificación específica. En un nivel simplificado, hay una fuente emisora que transfiere la información a un receptor.
En un acto comunicativo participan, siguiendo con el esquema más simple, dos partes (el emisor y el receptor) que se relacionan mediante el mensaje (aquello que se transmite). A partir de las primeras décadas del siglo XX, surgió la llamada teoría de la comunicación que incorpora otros elementos a considerar en este acto.
Como ya indicamos, el canal de comunicación es el medio por el cual el mensaje es enviado por el emisor con el objetivo de que llegue al receptor. Dicho mensaje está constituido por un código (es decir, un conjunto de reglas) que debe ser compartido por el emisor y el receptor para la comprensión de la información.
Se denomina ruido a aquello que atenta contra la percepción o la comprensión del mensaje. Si en el acto comunicativo hay ruido, el mensaje puede no llegar a destino o no ser interpretado. Las diferencias de idiomas o el uso de un vocabulario técnico entre quienes no lo dominan provocan estos efectos.
La función fática del lenguaje, en este marco, se utiliza para confirmar que el canal de comunicación está funcionando adecuadamente. Alguien que en el inicio de un llamado por teléfono le pregunta a su interlocutor «¿Me escuchas bien?» está recurriendo a esta función fática para corroborar el funcionamiento del canal.
Tipos de canales de comunicación
Existen distintos tipos de canales de comunicación que surgen de diversas clasificaciones. Una primera gran división diferencia entre un canal de comunicación personal (que implica un vínculo directo entre quienes intervienen en el acto comunicativo) y un canal de comunicación masivo (el emisor puede enviar su mensaje a múltiples receptores de manera simultánea).
Los medios de comunicación masiva (también conocidos como medios de comunicación de masas o medios masivos de comunicación), como la televisión y la radio, recurren a esta clase de canales. El emisor, en estos casos, transmite su mensaje a un público o una audiencia potencialmente formada por miles o millones de personas.
Otra clasificación hace referencia a los canales de comunicación unidireccionales y los canales de comunicación bidireccionales. Cuando el canal es unidireccional, el emisor y el receptor no cambian de rol: por lo tanto, no se turnan para emitir mensajes. Un locutor hablando en un programa radial es el único emisor de un mensaje que reciben todos los individuos que están escuchando la emisión, quienes no pueden responder apelando al mismo canal de comunicación.
El canal bidireccional, en cambio, permite la reciprocidad. Una comunicación por teléfono lleva a que el emisor y el receptor se alternen al desarrollarse el diálogo. Por ejemplo:
– «Hola, ¿cómo estás?»
– «Muy bien, ¿y vos?»
– «Bien, gracias»
Como se puede advertir en esta secuencia, quien emite el primer mensaje se convierte en receptor del segundo, y luego vuelve a asumir el papel de emisor. Las llamadas telefónicas, por lo tanto, se concretan a través de una canal de comunicación bidireccional.
La elección
La elección del canal de comunicación debe atender al contexto y las necesidades de cada momento. Se deben analizar las características del mensaje que se desea enviar, los hábitos del receptor y la urgencia con que se pretende concretar el acto comunicativo, por mencionar algunas variables.
Supongamos que un empleado debe enviarle un informe con estadísticas a su jefe. Una comunicación por correo electrónico, donde se pueden adjuntar documentos con textos, cifras y gráficos, será más útil que un llamado telefónico. En otros casos, las conversaciones en persona resultan más apropiadas, mientras que las videoconferencias y las redes sociales pueden ser adecuadas en distintas circunstancias.