El vocablo latino canicŭla llegó a nuestro idioma como canícula. Así se denomina a la etapa más calurosa del año.
Durante la canícula, por lo tanto, el calor se siente con más fuerza. Este periodo puede extenderse entre cuatro y siete semanas, según la región. Cabe señalar que la canícula también se conoce por los siguientes nombres: días de las canículas, período canicular.
Se estima que la canícula empieza varios días después del solsticio de verano, que tiene lugar el 21 de diciembre en el caso del hemisferio sur y el 21 de junio en el hemisferio norte. Cabe destacar que, en el solsticio, el Sol se ubica en uno de los trópicos.
El incremento del calor en la canícula está asociado al modo en el que se inclina el eje de la Tierra respecto al Sol. Esto lleva a que, cuando en un hemisferio se alcanzan las temperaturas más altas, en el otro hemisferio ocurra lo contrario y se registren las temperaturas más bajas.
La canícula se produce cuando la zona en cuestión recibe una mayor cantidad de radiación solar. Una vez que comienza el verano, los océanos se van calentando y algunas semanas después se alcanzan las temperaturas más elevadas.
Para la astronomía, la canícula es el tiempo en el cual la estrella Sirio, que es la de mayor brillo en la constelación del Can, se ubica junto al Sol. Dicha situación, en la antigüedad, resultaba coincidente con la fase de más calor en el hemisferio boreal.
En algunos países, por último, se llama canícula a un lapso de sequía que se produce en el marco de la temporada de lluvias.
Con respecto a la etimología de la palabra canícula, su historia es bastante peculiar e interesante. Resulta que en su origen podemos encontrar nada menos que el término latino canis, que se traduce como «perro» en nuestra lengua. Claro que a simple vista no parece guardar una gran relación con «la época más calurosa del año».
Pero su nombre no tiene nada que ver con el mejor amigo del hombre, sino con la antes mencionada estrella de Sirio, la cual también se conoce con el apodo de «la Abrasadora» y pertenece a la constelación Canis maior, que en castellano llamamos Can Mayor. En el hemisferio norte, durante algunas noches del verano esta estrella es la que más brilla.
Esta propiedad era interpretada erróneamente por nuestros lejanos antepasados, quienes creían que el calor de Sirio se fusionaba con el del Sol y esto ocasionaba el aumento de temperatura y el descenso de lluvias en nuestro planeta a lo largo del mes en el que se registran los denominados rigores caniculares.
Algunas historias hablan de las personas de América Central que, en el pasado, decidían frenar temporalmente sus tareas de siembra a lo largo de estas semanas porque el descenso de humedad era contraproducente. Ellos también asociaban la canícula con la posición del Can mayor, y de allí que usaran este nombre para el fenómeno.
Además de los perjuicios para la agricultura, la canícula también se asociaba con ciertas enfermedades que proliferan con el calor, como ser la peste, la cual puede afectar a los seres humanos y a los animales y es causada por una bacteria llamada Yersinia pestis.
En la actualidad ya no se da esta coincidencia, pero el vocablo canícula sigue siendo usado. Precisamente, hoy en día Sirio vuelve a notarse en el cielo durante los primeros días de septiembre, por la mañana, y esto se debe al fenómeno que llaman movimiento de precesión del eje terrestre o precesión de los equinoccios, es decir la variación de su eje, la cual tiene lugar cada 25 767 años.