El caramelo es una preparación que se obtiene al fundir azúcar. La cocción del azúcar hace que, en una primera instancia, esa sustancia se vuelva líquida; luego, si se enfría, el caramelo se solidifica.
En repostería
Lo habitual es que el caramelo se destine a la elaboración de productos de repostería y postres. Su sabor dulce y su aroma resultan muy agradables para la mayoría de las personas.
Cuando al azúcar que se lleva al fuego se le añade agua, se obtiene almíbar. Tanto el caramelo como el almíbar se utilizan en numerosas recetas.
Tomemos el caso del flan. Este postre se elabora mezclando huevo; leche aromatizada con cáscara de limón, canela o esencia de vainilla; y azúcar. Dicha mezcla se vierte en un molde bañado con caramelo y luego debe cocinarse a baño maría. Una vez que la mezcla ya cuajó, el molde se invierte de manera tal que el caramelo caiga y cubra el flan.
La golosina
También se llama caramelo a una golosina que se elabora con el azúcar fundido y solidificado. Por lo general este producto, además de caramelo, incluye esencias frutales u otros ingredientes que le otorgan aroma y sabor.
Como golosina, el caramelo suele tener tamaño pequeño, con lo cual puede comerse de un bocado. Aunque los niños son los mayores consumidores de caramelos, muchos adultos también suelen disfrutarlos. La principal diferencia entre los productos ofrecidos a estos dos públicos suele ser el sabor y los ingredientes: mientras que los caramelos para niños suelen ser dulces, los otros pueden ser amargos o agrios, o incluir alcohol en su receta.
Dependiendo de la marca, pueden comercializarse en diferentes colores y sabores, incluir regalos o promociones y formar parte de un paquete. Como ocurre con muchos otros productos industriales, algunos caramelos ganan tal popularidad que se convierten en tendencia: todos quieren probarlos. Esto puede ocurrir por diferentes razones, pero suele durar poco tiempo a menos que se renueve el interés del público con otros incentivos.
Los caramelos contienen pocos nutrientes, pueden contribuir a incrementar el colesterol y a aumentar de peso y favorecen el desarrollo de la enfermedad bucal conocida como caries. Por eso los médicos recomiendan que su consumo sea moderado.
Orígenes
Los orígenes del caramelo como golosina se remontan a la antigua Persia, donde se utilizaban miel y frutas para crear dulces. Con el tiempo, esta práctica se extendió por todo el mundo y fue evolucionando para dar lugar a los caramelos que conocemos hoy en día.
En Europa, durante la Edad Media, los dulces eran considerados un lujo y se reservaban para las clases más adineradas. Sin embargo, con la llegada de la Revolución Industrial y la producción en masa de azúcar, los caramelos se popularizaron y se convirtieron en una golosina accesible para todos.
Uno de los hitos más importantes en la historia del caramelo fue la invención de la máquina de caramelos por parte del estadounidense Thomas Adams en 1871, la cual abrió las puertas a una producción más eficiente y a gran escala, e impulsó aún más su consumo. Además de su uso como golosina, los caramelos se han utilizado con fines medicinales. En el siglo XIX, los de menta eran considerados un remedio para el dolor de estómago y las náuseas. Hoy en día, existen variedades para aliviar el dolor de garganta y la tos.
A lo largo del siglo XX, los caramelos han evolucionado en cuanto a sabores, formas y texturas. Se han creado duros, blandos, masticables, ácidos, dulces, con sabor a frutas, menta, café y muchos otros. También se han desarrollado sin azúcar para aquellos que quieren disfrutarlos sin preocuparse por su salud dental. Hoy en día, los caramelos siguen siendo una golosina muy popular en todo el mundo y su variedad sigue sorprendiendo a niños y adultos por igual.