El término carril puede utilizarse de diferentes modos. En la actualidad el uso más habitual alude a las bandas o franjas que dividen una calzada de forma longitudinal. Cada uno de estos carriles permite el tránsito de una fila de automóviles.
La suma de los carriles, que pueden estar marcados sobre el asfalto, constituye la calzada de la calle, avenida o carretera en cuestión. Por ejemplo: «El carril de la izquierda está destinado a los vehículos que circulan a mayor velocidad», «La caída de un árbol obligó a cortar dos carriles del autopista», «Ten cuidado que hay muchos baches en este carril».
En algunas calzadas existen carriles especiales destinados a las bicicletas. Conocido como carril bici, bicisenda o ciclovía, este tipo de carril fomenta el uso de bicicletas y brinda mayor seguridad a los ciclistas.
La importancia del carril bici se vuelve cada vez más evidente en algunos países, aunque todavía no ha recibido la atención que merece a nivel global. Si todas las grandes ciudades fomentaran en uso de la bicicleta en lugar de los vehículos motorizados disminuirían la contaminación ambiental y el número de accidentes automovilísticos de forma considerable, además de que la salud de quienes optaran por esta forma de ejercicio aumentaría.
Hay países donde se utiliza el concepto de carril para aludir a las barras de acero o de hierro que se disponen de manera paralela para formar la vía donde se desplazan los trenes. En otras naciones, el carril es conocido como riel o raíl.
Estos carriles permiten el desplazamiento de las ruedas de los tranvías y de los trenes. No solo brindan soporte a las formaciones, sino que también conducen la corriente eléctrica y guían el recorrido.
Un carril, por otra parte, es una ranura, un surco o un canal que permite que un elemento se deslice en una cierta dirección. Muchas ventanas y puertas se abren y se cierran desplazándolas en un carril.
Como nombre propio, encontramos este término en Santiago de Carril, una de las parroquias más importantes de Villagarcía de Rosa, un municipio de la provincia de Pontevedra, al noroeste de España. La fundación de Carril tuvo lugar alrededor del año 1500, en principio como una villa, y una década más tarde ya contaba con su propio puerto.
Es necesario señalar que el puerto de Carril llegó a estar entre los más relevantes de Galicia a mediados del siglo XVIII. A principios del 1800, lo autorizaron para embarque y desembarque con el continente americano. Se trataba de una villa de gran importancia, con su escuela náutica y su hospital.
Carril tenía un fuerte vínculo con Santiago de Compostela, cuyos burgueses crearon en 1801 una aduana de segunda clase. Hacia mediados del siglo XIX, la población de Carril superaba los dos mil cien habitantes, quienes se distribuían en cerca de doscientas cincuenta casas que se encontraban en la Isla de Cortegada, en la villa y en otros dos barrios que también pertenecían a su territorio.
Por otro lado se encuentra la revista llamada CARRIL, una publicación de interés ferroviario que edita la Asociación de amigos del ferrocarril, en Barcelona. Se realiza de forma completamente altruista por un grupo de colaboradores que abarcan diferentes especialidades relacionadas con los aspectos técnicos, la historia y las noticias de este medio de transporte.
El antecesor de esta revista era el boletín interno de comunicación que se editó hasta el año 1977, año en el que comenzó su primera época, la cual duró hasta el año 1982. Fue entonces que se ampliaron sus horizontes y consiguió llegar a los aficionados al mundo del ferrocarril, así como a cualquier a quien persona le despertase curiosidad. Desde 1982 y hasta la actualidad, suelen publicarse dos números por año.
