Chatarra es un término que procede del vocablo vasco txatarra, que alude a «lo viejo». La primera acepción que menciona el diccionario de la Real Academia Española (RAE) hace referencia a la escoria dejada por el mineral de hierro.
Residuo o basura
Se llama escoria a la materia que libera el hierro candente cuando es martilleada. El concepto además se vincula a la sustancia procedente de la parte de los metales que resulta menos pura, la cual queda flotando en los hornos durante el proceso de fundición.
Hay, de todos modos, otros usos más habituales de chatarra. Así se denomina a los pedazos de metal de desecho y a los aparatos antiguos o deteriorados que no funcionan de manera correcta. La chatarra, en este marco, es un residuo o basura.
Más allá de estas definiciones, es importante mencionar que la chatarra procedente del hierro se emplea para producir acero. Por eso la chatarra tiene valor y genera un negocio: los chatarreros recolectan, almacenan y adquieren chatarra, que luego venden al por mayor para que sea aprovechada.
Comida chatarra
En el continente americano, en tanto, chatarra se utiliza en aposición para señalar que aquello que designa el sustantivo al que se asocia resulta de mala calidad. Un ejemplo de este uso aparece en la idea de comida chatarra: los alimentos con un elevado nivel de azúcar, sal y/o grasa y escasos componentes nutritivos.
La comida chatarra suele prepararse con rapidez (por eso forma parte de la llamada comida rápida) y estimula tanto el apetito como la sed, favoreciendo a los locales que la sirven. Su consumo en exceso puede generar problemas de salud como diabetes y obesidad.
Efectos negativos de la comida chatarra
Si bien se trata de una serie de recetas muy atractivas y apetitosas, lo mejor que podemos hacer es resistirnos a la tentación y comer un plato sano. El primero de los efectos negativos que podemos mencionar es la obesidad, lo cual se produce a causa de los altos niveles de grasas saturadas, hidratos de carbono, harinas y azúcares que suelen contener, que dan lugar a un aumento de peso anómalo.
También debemos señalar que la comida chatarra incrementa las probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares, algo que está relacionado con las grasas trans y las saturadas, las cuales repercuten de manera directa en un aumento del colesterol y los triglicéridos. Con respecto a los azúcares, dado que su nivel en sangre también crece los vasos sanguíneos reciben un efecto negativo en sus revestimientos.
La hipertensión es otra de las potenciales consecuencias de la comida chatarra. En este caso, a las grasas antes mencionadas se suma la sal, que suele presentarse de forma abundante, y todo esto daña el equilibrio natural que nuestro organismo tiene de sodio y potasio, con el resultado de una mayor presión. Los excesos de estas sustancias también atacan los riñones, exigiéndoles que trabajen de más para intentar filtrar y deshacer las toxinas, de manera que los problemas renales se suman a la ya preocupante lista.
Hay otras consecuencias de la comida chatarra que muchas veces pasan desapercibidas porque se adjudican a otros aspectos de la vida más allá de la alimentación. Uno de ellos es el mal humor, el cual llega luego de un aumento espontáneo de bienestar ante el placer que provocan estos platos. Más grave aún es el impacto que tienen en el aprendizaje y la memoria: esto se da por una inflamación del hipocampo a causa de las reacciones químicas que surgen frente a los altos niveles de grasas y azúcares. La falta de fuerza y la fatiga son también signos de una mala alimentación, simplemente por la falta de nutrientes.