Del latín circensis, circense es un adjetivo que hace referencia a lo perteneciente o relativo al circo. Este espectáculo artístico suele presentarse dentro de una gran carpa y contar con la participación de payasos, acróbatas y magos. En el pasado, el circo solía contar con animales salvajes, aunque dicha costumbre fue prohibida en muchos países por considerarla cruel.
Por ejemplo: “Mi tío es un artista circense que viaja por el mundo con su compañía”, “El show circense fue espectacular: había una decena de acróbatas que hicieron piruetas muy arriesgadas”, “El teatro promete una noche circense con los payasos más divertidos de la ciudad”.
Otra propuesta de los circos cada vez menos frecuente es la presencia de personas con discapacidades o condiciones especiales que se presentan como fenómenos (en inglés, freaks), como el hombre elefante o la mujer barbuda.
Los artistas circenses
Los espectáculos circenses muchas veces son itinerantes. Los artistas se trasladan con sus carpas y equipajes para presentarse en distintos pueblos y ciudades, durmiendo en sus propios vehículos (que pueden ser casas rodantes o remolques). Otras compañías circenses, en cambio, tienen una sede fija y montan sus espectáculos siempre en el mismo lugar.
Los artistas circenses también tienen la opción de actuar fuera de un circo. Es habitual encontrar malabaristas en las grandes avenidas o en las plazas que llevan adelante espectáculos breves para luego pedir una contribución económica a voluntad a los ocasionales espectadores.
Maltrato animal
Los animales han estado asociados a las actividades circenses durante décadas y, lamentablemente, esta conexión sigue presente en el inconsciente colectivo. Así como cualquier otra forma de explotación, independientemente de la especie a la cual afecte, forzar a un individuo a realizar pruebas frente a grandes audiencias, privándolo de su libertad y, en muchos casos, reduciendo su antiguo hogar a una sucia celda, es una de las formas de tortura más alarmantes que el ser humano ha ideado desde su aparición en este precioso planeta.
Sin embargo, el maltrato físico y psicológico que tantos animales han sufrido de mano de domadores de circo lejos está de ser el punto más grave de esta mancha en nuestro historial; haber presentado esta realidad como una colaboración natural entre diversas especies y haberla convertido en un espectáculo de entretenimiento fue aun más nocivo y retorcido.
Así como las torturas que sufren los animales en los mataderos y en los criaderos se esconden tras simpáticos dibujos de vacas sonriendo y pastando, o de cerdos que parecen desear ser devorados por nosotros, o de gallinas que ponen huevos gustosas de saber que nos servirán para hacer tortillas de patatas, la presencia de especies salvajes en los circos no hizo otra cosa que maquillar la realidad.
El valor de las expresiones circenses
¿Cómo explicarle a un niño que sale feliz de haber visto un espectáculo, que los preciosos animales que lo divirtieron y asombraron con sus piruetas son, en realidad, rehenes de un grupo de empresarios? Claro está que durante mucho tiempo, ni siquiera los adultos lo veían de esta forma; y la razón de esta falta de consciencia de los derechos de los seres vivos reside, en gran parte, en la distorsión propia de creaciones como el circo.
Por fortuna, el circo como espacio de expresión artística da lugar a un sinfín de espectáculos protagonizados únicamente por seres humanos, en los cuales se hacen impresionantes demostraciones de atletismo y creatividad para fusionar el arte con las acrobacias.
Otros usos del concepto
Circense, por último, también se utiliza en sentido despectivo para nombrar a algo extravagante o poco serio: “No queremos medidas circenses, sino un compromiso verdadero”.
Del mismo modo, el término circo se suele usar como sinónimo de desastre, para hacer alusión a la falta de organización y de orden que se advierte en un emprendimiento.