El origen etimológico de cóndor se encuentra en el vocablo quechua cúntur. Un cóndor es un ave de rapiña cuyo hábitat se encuentra en la región andina. Este animal pertenece al grupo familiar de los catartiformes.
Una de las características del cóndor es que no tiene subespecies, es decir que su especie no se divide en grupos de individuos que presenten características que los distingan de los de otros grupos. Como sucede con muchos otros animales, aunque no con la mayoría de las aves de presa, el macho tiene un tamaño mayor que el de la hembra.
El cóndor puede tener una envergadura de unos tres metros, con una longitud superior a un metro. Por eso está considerado como el ave más grande entre aquellas que tienen la capacidad de volar. Solamente el albatros real y el viajero lo pueden superar en envergadura, aunque el cóndor pesa más, es más robusto y más alto que ellos.
Estos animales tienen el cuerpo cubierto de plumas negras, excepto ciertos sectores de las alas y el cuello, que son de color blanco. La cabeza del cóndor, por otra parte, no está cubierta de plumas y exhibe una tonalidad rojiza que puede variar.
Esta ave arma sus nidos a una altura superior a los 1000 metros, pudiendo llegar hasta los 5000 metros. La destrucción de su hábitat por parte del ser humano es uno de los factores que hacen que el cóndor sea considerado como una «especie casi amenazada»: es decir, que enfrenta un cierto riesgo para su subsistencia.
Las especies casi amenazadas (término que suele aparecer como NT, la abreviatura de la versión inglesa del nombre, Near Threatened) no satisfacen los criterios para ser consideradas «en peligro crítico», «en peligro» o «vulnerables», las categorías de la denominada Lista Roja realizada por la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), aunque se espera que tarde o temprano sí lo haga a causa de no encontrarse en condiciones favorables.
La caza, la ingesta de animales envenenados y cebos que colocan algunos ganaderos y cazadores colocan de forma ilegal, y su baja tasa de reproducción (se estima que pone solamente un huevo cada dos años) también inciden negativamente en el desarrollo de la especie, que se destaca por su gran longevidad (puede vivir unos 75 años). Para contrarrestar este descenso en la población del cóndor, varias naciones llevan a cabo programas de reproducción en cautividad.
Como el cóndor puede llegar a tener una vida tan extensa, su madurez sexual recién aparece a los ocho años de edad, y esto también juega un papel negativo en su subsistencia, dada la acción nociva del ser humano, tanto directa como indirecta.
Cabe destacar que el cóndor tiene una gran importancia cultural y simbólica en los pueblos originarios de los Andes. Algunas culturas sostenían que los cóndores eran inmortales y otras los consideraban como mensajeros que traían presagios. En Bolivia, Ecuador, Colombia, Chile y Perú, el cóndor es un símbolo nacional.
En el año 1758, un científico sueco llamado Carlos Linneo describió el cóndor andino en la décima entrega de Systema naturae con la nomenclatura binominal Vultur gryphus, la cual mantiene en la actualidad. El primero de estos términos viene del latín voltur o vultur, que quiere decir «buitre», mientras que el segundo deriva del griego antiguo γρυπός, que significa «pico en forma de gancho».
El cóndor andino se emparenta con el de California y con el real (también conocido como cóndor de la selva, entre otros varios nombres). El cóndor real es su pariente más próximo desde un punto de vista genético; tanto es así, que varios autores han puesto estas dos especies en una subfamilia, aparte de los otros buitres americanos.