El diálogo social es una negociación o discusión que llevan a cabo representantes de distintos sectores sociales con el objetivo de alcanzar un acuerdo en materia de políticas económicas. Se trata del intercambio que establecen las autoridades gubernamentales, los empresarios y los trabajadores acerca de temas de interés común.
Puede entenderse el diálogo social como un espacio horizontal de consulta pública donde el Estado y diversas organizaciones que forman parte de la sociedad civil abordan diferentes problemáticas y tratan de alcanzar consensos para encontrar soluciones a las mismas. Dado que suelen participar el gobierno, las asociaciones empresariales y los sindicatos, suele hablarse de diálogo tripartito.
Sus características
Un diálogo es una charla, un debate o una interlocución. Social, en tanto, es un adjetivo que refiere a aquello vinculado a la sociedad (un conjunto de individuos que viven de acuerdo a reglas en común). El diálogo social, por lo tanto, es una interacción que se da entre miembros de una comunidad.
Al diálogo tripartito se lo conoce también como concertación social. Cuando la comunicación se establece entre los empresarios y los trabajadores, se trata de un diálogo bipartito que puede recibir el nombre de negociación colectiva. En ambos casos, se entabla un vínculo entre distintos actores sociales que, mediante la deliberación y la cooperación en estos espacios de encuentro, apunta al diseño y la coordinación de políticas que contemplen las necesidades y los intereses de todas las partes.
El diálogo social parte del precepto que el Estado, en determinadas circunstancias, tiene que actuar como simple actor social, dejando de lado su facultad de dominio y su posición superior. Se instituye así un pacto que persigue la construcción de consenso.
En este panorama, el diálogo social implica un proceso participativo de toma de decisiones. Todos los participantes comparten sus perspectivas, brindan información e interrogan a los demás en el marco de las negociaciones.
Importancia del diálogo social
El diálogo social posibilita la participación ciudadana en la definición de políticas públicas y en la resolución de conflictos. Dicha intervención suele darse a través de representantes que, gracias a las negociaciones, pueden suscribir acuerdos sectoriales y otros convenios.
Lo habitual es que el diálogo social sea facilitado por el Estado aunque el concepto, en su sentido más amplio, alude a todos los procesos de comunicación y debate que desarrollan diversos actores de la sociedad. Mesas redondas, foros de discusión, asambleas populares y conferencias pueden propiciar el diálogo social.
Uno de los principales beneficios del diálogo social es que contribuye a la cohesión social. Funciona como una instancia de mediación y sirve para alcanzar acuerdos.
Si pensamos en el diálogo tripartito, emerge como un instrumento para proteger los derechos laborales. No obstante, todas las plataformas de diálogo resultan favorables para obtener resultados positivos a nivel comunitario o, al menos, para la mayoría de la población.
Las etapas
Es habitual que el diálogo social se lleve adelante en una serie de etapas sucesivas. El ciclo se inicia con las consultas y las negociaciones que amerita una cierta situación.
De dichos intercambios surgen acuerdos, que se materializan mediante la firma de convenios vinculantes. Luego llega la fase del control y la evaluación de lo acordado.
Tras ese paso, el ciclo del diálogo social se reinicia al surgir otras necesidades. Suele destacarse que, aunque los representantes cambien, los actores sociales son siempre los mismos. Esto contribuye al diseño de propuestas a largo plazo y al mantenimiento de las condiciones pactadas.
Ejemplos de diálogo social
Podemos encontrar numerosos ejemplos de diálogo social a lo largo de la historia. Entre los más conocidos aparecen los Pactos de la Moncloa, que se suscribieron en el Palacio de La Moncloa (sede de la presidencia del gobierno español) en 1977.
El origen de este diálogo social se vincula a la transición a la democracia de España luego de la dictadura franquista. En este marco, el gobierno, los partidos políticos que contaban con representación en el Parlamento, la mayoría de las Comisiones Obreras y las asociaciones empresariales consensuaron diversas medidas para fortalecer la democracia y mitigar la inflación. Fruto de estas negociaciones, se firmaron dos acuerdos: uno centrado en la reforma y el saneamiento de la economía y otro que giró en torno a la actividad política y las actuaciones judiciales. Tanto el Congreso de los Diputados como el Senado se comprometieron a impulsar el desarrollo de lo acordado.
Algunos de los efectos de los Pactos de La Moncloa fueron la implementación de una reforma tributaria para reducir el déficit, la eliminación de restricciones que limitaban la libertad de prensa y la despenalización del adulterio.
En otros casos, el diálogo social no prosperó. Podemos nombrar el ejemplo de la llamada Mesa contra el Hambre, impulsada por el presidente argentino Alberto Fernández en 2019. Se trató de un plan cuya coordinación quedó en manos de un consejo formado por empresas, sindicatos, organizaciones sociales, universidades y grupos religiosos. Incluso se convocó a estrellas del mundo del espectáculo a participar.
La finalidad de la Mesa contra el Hambre era combatir la desnutrición: si bien se implementaron algunas medidas, la iniciativa se terminó disolviendo a menos de tres años de su creación mientras la pobreza en ese lapso (que incluyó la irrupción de la pandemia de COVID-19) no paró de crecer, al igual que el valor de la canasta básica de alimentos.