El verbo dispensar hace referencia a entregar, ofrecer, conferir o repartir algo. El término deriva del vocablo latino dispensāre. Por ejemplo: “Disculpe, señor, ¿me podría dispensar unos minutos? Me gustaría realizarle una propuesta”, “Los economistas creen que, debido a la escasez de efectivo, los cajeros automáticos no estarán en condiciones de dispensar billetes durante el fin de semana largo”, “Los farmacéuticos tienen la obligación de dispensar los medicamentos de manera gratuita a todas las personas afiliadas a la obra social municipal”.
La noción de dispensar por lo general se vincula a dar algún producto u objeto, aunque también puede asociarse a cuestiones simbólicas o inmateriales. Una pizzería, en este marco, tiene la finalidad de dispensar pizzas a sus clientes. Los interesados se acercan al local y piden la pizza que desean: la pizzería satisface ese pedido dispensando el producto en cuestión, que debe ser abonado por el consumidor.
Dentro de este marco podemos ubicar los dispositivos denominados dispensadores, que se pueden utilizar para almacenar diferentes tipos de productos que el usuario consuma cuando lo desee y en pequeñas porciones. El ejemplo más común es el dispensador de agua, un aparato que consiste en una base fija con un bidón intercambiable con el cual es posible servirse agua fría o caliente en vasos desechables que suelen encontrarse en la misma estructura.
Los dispensadores de agua son muy comunes en las oficinas públicas y en los consultorios médicos, donde resultan especialmente útiles para amenizar las largas esperas de los clientes y pacientes: en invierno, les permiten prepararse una infusión con facilidad mientras que en verano les ofrecen una fuente de agua fresca. Una de las ventajas de estos dispositivos por sobre la adquisición de botellas de agua individuales es que suponen un ahorro considerable para el usuario, tanto en dinero como en la energía necesaria para el desplazamiento hasta las tiendas.
Un dispositivo capaz de dispensar pequeñas cantidades de agua solamente cuando son necesarias también es respetuoso con el medio ambiente, y así sumamos un beneficio a los antes mencionados. Existen asimismo dispensadores de productos alimenticios, tanto a granel (cosas pequeñas que se entregan al usuario sin número, medida u orden, como pueden ser los cereales y los confites) como envasados. No sólo se usan para almacenar alimentos para las personas sino también para los animales; por ejemplo, hay modelos donde se coloca pienso para gatos, perros o aves, entre otras especies, muy prácticos para extender la vida útil del producto al evitar su contacto con el aire.
Estos últimos son los más populares, especialmente en las grandes ciudades de los países más desarrollados, en las estaciones de transporte público y en los aeropuertos, donde representan una opción rápida y sencilla para quienes sienten hambre o sed antes de un largo viaje. Sin embargo, por lo general, los productos que se ofrecen en estos dispensadores tienen precios considerablemente más altos que en los supermercados, algo que los convierte en recursos de último momento para muchos.
Un crítico literario, por su parte, puede dispensar palabras elogiosas a la nueva novela de un escritor, afirmando que se trata de un libro muy original, bien escrito y con un final sorprendente.
Muchas veces dispensar se asocia específicamente al despacho de fármacos. Por eso se denomina dispensario al establecimiento que se dedica a la entrega de medicamentos y a la asistencia médica.
Dispensar, por último, puede mencionar el acto de perdonar una falta o de eximir a alguien de una cierta obligación: “El gobierno anunció que va a dispensar el pago de impuestos a los damnificados por la inundación”, “El tribunal obligó a la empresa a dispensar el abono de la tarifa a aquellos usuarios que no pudieron hacer uso del servicio por los problemas técnicos”.