El vocablo latino dormitorium llegó al castellano como dormitorio. Así se denomina al ambiente de una vivienda que se utiliza principalmente para dormir. Por ejemplo: “Por favor, ve a buscar a tu madre al dormitorio y dile que ya está lista la comida”, “Ayer compré un nuevo televisor de 32 pulgadas para el dormitorio”, “Desde la ventana de mi dormitorio puedo ver la playa y el mar”.
La cama es el mueble más importante del dormitorio ya que se utiliza para el descanso. Además es habitual que esta habitación cuente con otras piezas de mobiliario, como armarios para guardar la ropa y mesas de luz o de noche con algún tipo de lámpara. Muchas personas también deciden instalar un televisor en el dormitorio para verlo desde la cama.
Más allá de su uso más habitual vinculado al reposo, el dormitorio -también llamado alcoba, pieza o cuarto– es un lugar de la casa que puede emplearse para diversas actividades. En él es posible recostarse para leer, ver películas, estudiar, meditar o rezar, por citar algunas posibilidades. Incluso, con una computadora (ordenador), el dormitorio puede convertirse en un lugar de trabajo.
Respecto a la cantidad de dormitorios por vivienda, es muy variable. Hay monoambientes sin dormitorios: la cama se ubica en el único ambiente de la construcción. Existen, por otra parte, casas con dos dormitorios, tres dormitorios o más. En la mayoría de las familias, cuando es posible, se destina un dormitorio con cama matrimonial para los padres y otro u otros para los niños.
La voluntad de tener un dormitorio propio, es decir, uno que no debamos compartir con otra persona, no alude a una actitud egoísta o a un problema de socialización, sino que hace referencia a la necesidad de vivir ciertas experiencias íntimas sin vernos expuestos. No debemos olvidar que el descubrimiento de la propia sexualidad tiene lugar, en gran parte, en este ambiente de la casa y se trata de un paso fundamental en nuestro desarrollo como seres humanos.
Cuando alcanzamos una cierta edad, comenzamos a explorar nuestro cuerpo, movidos por algunas sensaciones nuevas y en busca de otras. Suele ser en el dormitorio que tenemos nuestras primeras experiencias sexuales, y por eso necesitamos que sea un espacio privado, donde nuestras actividades no afecten negativamente a nadie, especialmente si convivimos con niños.
El dormitorio puede llegar a convertirse en nuestro santuario personal, donde realicemos todas nuestras actividades favoritas. Como se menciona más arriba, en esta habitación podemos tener nuestro ordenador y un televisor, entre otros muchos dispositivos y productos que necesitemos para volverla acogedora y capaz de satisfacer nuestras necesidades cotidianas.
En este sentido, muchas personas decoran sus dormitorios con gran dedicación, escogiendo el color y el tipo de la pintura o el papel tapiz, el revestimiento para el piso, los muebles e incluso la puerta, sin dejar de lado los adornos y la disposición de todos los elementos para conseguir un resultado absolutamente calculado.
Dado que las tecnologías actuales nos permiten ahorrar mucho espacio físico gracias a ofrecernos libros, películas, canciones y videojuegos en formato digital, al día de hoy no hace falta mucho más que un dormitorio, una cocina y un cuarto de baño para tener una casa completa. De hecho, muchos estudiantes viven en casas de alquiler, donde solamente tienen acceso exclusivo a un dormitorio, y con su ordenador tienen casi todo lo que necesitan para su desarrollo intelectual.
Los sueños, tanto las imágenes oníricas como los anhelos para el futuro, nacen en el dormitorio. Es allí donde nos enfrentamos a nuestros traumas, a nuestros miedos, pero también donde visualizamos nuestro destino ideal y trazamos los planes para alcanzarlo.