El concepto de encanto puede emplearse de distintas maneras. El término se utiliza con referencia al individuo, el animal, el lugar o el objeto que impacta por su belleza o atractivo.
Por ejemplo: «¡Ese bebe es un encanto!», «Te felicito: tu hijo es un encanto, esta mañana me ayudó a cargar las bolsas del mercado», «El encanto de este hotel es innegable, me quedaría un mes entero disfrutando sus comodidades».
Aquel o aquello que se considera como un encanto resulta agradable de ver o tratar. Una persona puede ser calificada de esta forma cuando es bella físicamente o cuando se destaca por su amabilidad y cortesía. Un sitio, por otra parte, se constituye como un encanto si propicia sensaciones placenteras o emociones positivas.
Tener encanto alude a disponer de características o propiedades que provocan los efectos mencionados: «Esta playa tiene un encanto muy particular», «Pese al paso de los años, la construcción no perdió su encanto», «Tenemos encanto porque nos esforzamos en la creación de coreografías originales para acompañar nuestras canciones».
La expresión «un encanto muy particular» es muy usada en nuestra lengua para hacer referencia a una serie de características muy positivas que vuelven único a un objeto o un sujeto. Si hablamos de un playa, como en el ejemplo del párrafo anterior, esta serie de rasgos puede girar en torno a la calma que ofrece a sus visitantes durante el día, a la claridad de sus aguas, a las especies vegetales y animales que la habiten o a su clima, entre otras cuestiones. En el caso de una persona podría tratarse de su carisma, de su amabilidad o de su sentido del humor.
El encanto es algo subjetivo, y por lo tanto no podemos esperar que todos los observadores lo perciban en un mismo objeto o sujeto. Por un lado, cada individuo lo mide de acuerdo a su propia personalidad, ya que depende de sus gustos y necesidades que las características advertidas le generen sensaciones positivas o negativas. Pero también puede tratarse de una cuestión cultural; no olvidemos que en cada parte del mundo existen códigos que definen los rasgos de algo o alguien que pueda ser considerado un encanto.
En algunas culturas, que una persona joven sienta consideración por una anciana y la ayude a cargar una bolsa o a cruzar la calle es al día de hoy una situación poco común y digna de admiración; sin embargo, en otras se trata de una de las reglas básicas de comportamiento en sociedad. Esto nos conduce a que en el primer caso podamos calificarla como «un encanto» por su actitud compasiva, mientras que en el segundo la gente del lugar la vea como algo absolutamente normal.
Con respecto a las cuestiones personales, cada uno tiene su forma de ser y sus expectativas con respecto a la ajena, y esto explica que una misma persona pueda ser calificada de diferentes maneras según el observador. Por ejemplo, para alguien con una personalidad muy tranquila, que escapa del ruido siempre que tiene la oportunidad, un individuo muy hablador quizás le parezca molesto, mientras que para otra puede llegar a ser un encanto porque anima las reuniones y evita los silencios incómodos.
De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), encanto también puede emplearse como sinónimo de encantamiento: el acto y el resultado de encantar (influir a través de la magia, seducir mediante un don natural).
Encanto, por último, es el nombre de una zona de San Diego, ciudad que forma parte de California (Estados Unidos). La línea Naranja que pertenece al Tranvía de San Diego cuenta con una estación en este lugar, conocida como Estación de Encanto/Calle 62 por su ubicación.