El vocablo francés espionnage llegó a nuestro idioma como espionaje. La primera acepción del término que incluye la Real Academia Española (RAE) en su diccionario hace referencia al acto de espiar: observar con disimulo, estar al acecho.
Puede decirse que el espionaje es una actividad que se desarrolla de manera oculta y que apunta a conseguir información de una empresa o un país. Dichos datos no son públicos, con lo cual el espionaje permite acceder a contenidos clasificados, confidenciales o privados.
Cómo se desarrolla el espionaje
El espionaje contempla múltiples acciones para obtener la información de forma encubierta. Existen distintos recursos, técnicas y métodos que se ponen en práctica con el objetivo de superar las barreras que protegen o esconden los datos.
Es importante tener en cuenta que el espionaje puede resultar legal o ilegal. Por lo general se acepta que un gobierno lleve adelante tareas de espionaje que le permitan garantizar la seguridad de la nación, proteger los intereses del pueblo y salvaguardar la Constitución. De todos modos, las leyes establecen los alcances y los límites de dichas diligencias: los gobernantes no tienen libertad absoluta para espiar.
El espionaje empresarial, corporativo o industrial, en cambio, siempre es un delito. Lo más frecuente es que se incurra en el robo de información para obtener una ventaja competitiva o para vulnerar la posición de otra compañía.
Su importancia en tiempos de guerra
En el marco de beligerancias, el espionaje es una herramienta clave. Los Estados lo aprovechan para mejorar la defensa de su territorio y para detectar dónde se puede lastimar al enemigo.
El espionaje también puede ser importante cuando existe un conflicto diplomático o político sin que haya un enfrentamiento armado. La pugna entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.) conocida como Guerra Fría incluyó actos de espionaje, donde la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense y el Comité para la Seguridad del Estado (KGB) soviético tuvieron una gran relevancia.
Incluso en épocas de paz entre naciones el espionaje resulta trascendente para la seguridad. A través del mismo se intenta descubrir el funcionamiento de células terroristas que podrían perpetrar atentados, por ejemplo.
Los agentes encargados del espionaje
A la persona encomendada a realizar tareas de espionaje se la conoce como espía. Según el tipo de función que cumple, recibe distintas denominaciones específicas.
Un agente encubierto, en este marco, se infiltra en las filas enemigas o en una organización para obtener la información. Llamados topos en el lenguaje coloquial, estos agentes lógicamente ocultan su verdadera identidad y tratan de ganarse la confianza de aquellos a quienes están espiando.
Un doble agente, en tanto, es alguien que, en teoría, está trabajando para un organismo, cuando en realidad resulta leal al bando que se supone que está espiando. Veamos un caso: Joan Pujol (1912-1988) fue un doble agente que ofreció sus prestaciones al nazismo y, una vez reclutado por los alemanes, comenzó a brindar información interna al ejército británico.
Personajes de ficción
El espionaje es un tema frecuente de obras literarias y películas de ficción. El personaje más famoso posiblemente sea James Bond, el Agente 007 del servicio de inteligencia británico.
Bond fue creado por Ian Fleming. Apareció por primera vez en la novela «Casino Royale» de 1952 y, a partir de entonces, protagonizó decenas de libros y filmes.