Del latín fallacia, una falacia es una mentira o engaño con el que se pretende dañar a una persona sin que ésta se dé cuenta. Una persona que descubre que ha sido víctima de una falacia puede expresar, por ejemplo: «La falacia de su empleo me hizo vivir engañada durante muchos años», «Pablo está siempre con sus falacias, tratando de estafar a la gente».
Alguien utiliza una falacia para obtener algo que sabe no podría conseguir de otro modo que no sea a través de la apelación a la falsedad, generalmente su intención no es precisamente dañar, sino obtener un beneficio, pero no le preocupa herir a otros para conseguir lo que desea.
La falacia en la lógica
En la lógica también se utiliza el concepto para referirse a un argumento que intenta defender algo que es falso. Lo explicaremos mejor a continuación.
Según la definición del diccionario, la lógica es la ciencia del pensamiento, la que permite analizar un razonamiento y determinar si es o no correcto. De todas formas, dentro de esta ciencia existen diversas ramas: la lógica difusa y la constructiva y dentro de cada una diferentes corrientes.
La lógica Booleana es la más conocida y parece que es la única considerada por el común de la gente, aunque es importante tener presente que no es la única existente. Dentro de ésta se define como una proposición aquellas afirmaciones que pueden tener carácter verdadero o falso; es la esencia de un razonamiento. Es importante señalar que la proposición no hace referencia a la forma en la que es conjugada la oración sino a su significado, el cual no varía aunque la preposición sea reformulada.
Por ejemplo:
«Existe un número primo par mayor que dos» es la misma preposición que «Un número par y primo que sea mayor que dos existe», aunque las palabras estén ordenadas de forma diferente. De todas formas, es importante que al reformular una proposición no se varíe su significado por eso es tan importante hacer un correcto uso del idioma. Para dicha reformulación suele utilizarse la lingüística formal que permite analizar los enunciados y reescribirlos sin cambiar su sentido esencial.
Construcción de un razonamiento deductivo
En lo que respecta a las falacias, pese a que puede parecer una tarea sencilla la construcción de un razonamiento deductivo, sin embargo muchas veces nos encontramos con errores muy comunes, que llevan a que concluyamos que un razonamiento no es para nada preciso. Este defecto técnico en la forma de plantear un razonamiento se conoce como falacia.
Aquellos razonamientos que contienen falacias se conocen como falaces y tienen la particularidad de que generalmente a simple vista parecen válidos y hasta convincentes y sólo a través de un exhaustivo análisis podemos caer en la cuenta de su «engaño».
La falacia, un sofismo
En definitiva, una falacia es un sofismo, una refutación aparente que se utiliza para defender algo falso, exponiendo premisas falsas como verdaderas. Se trata de un razonamiento que aparenta ser lógico, pero cuyo resultado es independiente de la veracidad de las premisas.
La falacia lógica, por lo tanto, supone una aplicación incorrecta de un principio lógico válido. También puede estar formada por la aplicación de un principio inexistente.
Un ejemplo de falacia es el siguiente:
1. Las esmeraldas son verdes
2. Este anillo es verde.
3. Por lo tanto, el anillo es de esmeraldas.
Las dos premisas mencionadas pueden ser verdaderas, sin embargo, la conclusión no es necesariamente verdadera. El anillo puede ser de esmeraldas o de otro material de color verde. En el primer caso, la conclusión resultaría verdadera, pero, en el segundo, estaríamos frente a una conclusión falsa.
Otro ejemplo de falacia, conocida como ad hominem, sucede cuando se descalifica a la persona que realiza una afirmación para, de esta forma, descalificar también sus dichos:
1. Martín afirma que vio cómo Pedro robaba dinero.
2. Martín suele mentir.
3. Por lo tanto, Pedro no robó el dinero.
En estos casos, la falacia no se ocupa de la validez de la afirmación, sino que refuta a la persona que realiza la afirmación.