El flujo de efectivo es el estado de cuenta que refleja cuánto efectivo conserva alguien después de los gastos, los intereses y el pago al capital. La expresión, que en el ámbito de la contabilidad se conoce como estado de flujo de efectivo, es un parámetro de tipo contable que ofrece información en relación a los movimientos que se han realizado en un determinado periodo de dinero o cualquiera de sus equivalentes.
Las actividades operativas, las inversiones y el financiamiento forman parte de las categorías contempladas en el marco del estado de flujo de efectivo (o cash flow, en inglés). El flujo de caja operacional indica el efectivo percibido o invertido como consecuencia de las actividades básicas de la empresa. El flujo de caja de inversión hace lo propio respecto a los gastos en inversiones (de capital, adquisiciones, etc.), mientras que el flujo de caja de financiamiento considera el efectivo resultante de la recepción o pago de préstamos, las emisiones o recompra de acciones y el pago de dividendos.
Utilidad del flujo de efectivo
Al realizar una proyección de estos estados, la empresa puede prever si contará con el efectivo necesario para cubrir sus gastos y obtener ganancias. Analizar el estado de flujo de efectivo, por lo tanto, es una actividad muy importante para las pequeñas y medianas compañías que suelen sufrir la falta de liquidez para satisfacer sus necesidades inmediatas. El flujo de efectivo permite realizar previsiones y ayuda a evitar las soluciones de urgencia (como acudir a financistas para solicitar préstamos de corto plazo y elevado costo).
Cabe resaltar que la elaboración del flujo de efectivo posibilita la gestión de las finanzas, contribuye a la toma de decisiones y facilita el control de los egresos para mejorar la rentabilidad.
Cuenta de resultados
Cuando se realiza el análisis de la situación financiera de una compañía, es normal prestar especial atención a las cuestiones operacionales y rentables, apoyándose en los datos obtenidos a partir de la cuenta de resultados (cuyo objetivo principal es informar si una empresa produce ganancias o pérdidas). Es muy frecuente que dicho estudio incluya cotejos con años anteriores, con objetivos que se hayan preestablecido o con el estado de otras firmas del mismo sector.
De esta manera, se pueden secar conclusiones acerca de la salud financiera de una compañía que, a pesar de ser útiles, no ofrecen la cantidad necesaria de detalle y profundidad. Este análisis no estará completo hasta que no se estudie la evolución de las masas patrimoniales, a través del llamado Balance de Situación. Es así, combinando los resultados de ambos documentos contables, que se puede obtener una perspectiva más amplia y clara de la capacidad de una empresa para producir recursos financieros (flujo de efectivo) para enfrentarse a los pagos.
Flujo de efectivo negativo
Es común que los profesionales del análisis financiero interpreten un flujo de efectivo negativo como una señal preocupante acerca de la liquidez, un claro aviso de un excesivo nivel de endeudamiento. Por esta razón, en los últimos tiempos se ha visto una tendencia a invertir en empresas que muestren un resultado positivo y creciente.
Lamentablemente, es muy normal que se manipulen estos datos en el caso de las grandes empresas, tanto para mejor como para peor. Hoy en día, la información financiera de las compañías es de público conocimiento, gracias a Internet, y muchas veces las medidas desleales para hundir a la competencia comienzan a través de publicaciones de tipo viral (que se esparcen velozmente por la red) y, si están avaladas por un analista, tendrán el suficiente peso para generar dudas e inestabilidad. Las calumnias fabricadas a partir de datos falsos o inexactos son muchas veces razón suficiente para afectar el éxito de una compañía en la bolsa, aunque sea por poco tiempo.