El término fracaso proviene del verbo fracasar. Éste, a su vez, hace referencia a la frustración (cuando se malogra una pretensión o un proyecto) y al resultado adverso en un negocio. En concreto se considera que dicho término emana del vocablo italiano fracassare que puede traducirse como «estrellarse» o «romperse».
Un fracaso es, por lo tanto, un suceso lastimoso, inopinado y funesto, según describe el diccionario de la Real Academia Española (RAE). Por otra parte, el concepto permite nombrar a la caída o ruina de algo con estrépito y rompimiento.
El fracaso escolar
Dentro de lo que es la denominación de fracaso tenemos que subrayar la existencia de una clase muy específica de él que en la actualidad se ha convertido en protagonista ya que preocupa a la sociedad. Nos estamos refiriendo al llamado fracaso escolar, que es aquel que una persona en cuestión experimenta cuando no consigue el título por el que se encontraba formándose y estudiando.
Los altos índices de fracaso escolar en algunas partes del mundo son las que están llevando a analizar este fenómeno de manera exhaustiva. Así, se ha establecido que el mismo tiene tres causas posibles:
El alumno. Su falta de motivación, el contar con una serie de problemas de aprendizaje a los que no se les ofrece ayuda así como su escasa o nula atención durante las clases son algunas de las posibles razones que llevan a que aquel tenga fracaso escolar. No obstante tampoco hay que olvidar las que tienen que ver con él y su familia como, por ejemplo, estar viviendo una situación complicada en el seno de la misma.
Cuestiones económicas y laborales. Estas lo que hacen es mostrar que se puede conseguir un empleo sin necesidad de adquirir un título y es lo que lleva a muchos jóvenes a olvidarse de los estudios y a centrarse en empezar a trabajar y tener dinero.
El sistema estudio. La estructura de este y las carencias que posee son en otras ocasiones las principales causas del fracaso escolar.
Aceptar la derrota
En la sociedad actual, el estimulo permanente de la competitividad genera que el fracaso sea visto como un estigma. Los «ganadores» son encumbrados e idolatrados, mientras que los «perdedores» son mal vistos y obligados a pagar por sus fracasos.
Según los psicólogos, la familia, la escuela y los medios de comunicación deberían enseñar a las personas a asumir sus derrotas y digerir los fracasos sin traumas. Es que, en caso contrario, los fracasos perjudican la capacidad de reacción y afectan al bienestar personal.
El rechazo social al fracaso promueve un mecanismo defensivo en la gente, que la lleva a no reconocer los fallos y las limitaciones personales. El hecho de cometer errores y no responsabilizarse por ellos constituye una incapacidad humana.
El fracaso, ineludible para avanzar
Hay que tener en cuenta que los especialistas consideran al fracaso como un paso ineludible y valioso para poder avanzar en la vida. Los errores y el fracaso permiten el aprendizaje.
Dado que el sentimiento de fracaso suele producirse ante objetivos inalcanzables, los psicólogos recomiendan establecer metas coherentes para evitar la frustración y no vivir una situación de mucho estrés frente a las dificultades.