La noción de gladiador procede del vocablo gladiātor, un término latino que a su vez tiene su origen etimológico en la lengua celta. Se llamaba gladiador al individuo que, en el marco de un circo romano, se enfrentaba a otros luchadores o incluso a animales feroces.
En la época del Imperio Romano, el circo era un lugar destinado al entretenimiento del pueblo. En él se desarrollaban representaciones teatrales, se realizaban carreras y se montaban distintas clases de espectáculos.
En este contexto, los gladiadores eran combatientes que peleaban violentamente para divertir al público. Por lo general se trataba de prisioneros de guerra, esclavos o criminales condenados, aunque también había entre ellos algunos hombres libres.
Los gladiadores podían pelear entre sí o contra fieras. Se formaban en escuelas especiales y llevaban casco, escudo y espada. En un primer momento, los gladiadores desarrollaban su acción con fines rituales, aunque luego se convirtieron en individuos dedicados al entretenimiento de la gente, incluso a costa de su vida.
De acuerdo a los historiadores, no era habitual que un gladiador muriera en estos combates. De todos modos, en algunos periodos históricos el público o el emperador decidían sobre la suerte del perdedor, pudiendo decretar que fuera asesinado en medio del circo romano.
En el año 2014, un estudio científico reveló que los gladiadores romanos se alimentaban principalmente a base de vegetales, entre los que destacaban los granos, la cebada y el trigo. En otras palabras, para mantenerse en forma y conseguir ese rendimiento espectacular que los convirtió en protagonistas de un sinfín de historias de ficción, los gladiadores llevaban una dieta prácticamente vegetariana.
Este dato revelador lo obtuvo un grupo de científicos formado por académicos de la Universidad de Berna, en Suiza, y la Universidad Médica de Viena, en Austria. Para ello aprovecharon los restos de veintidós gladiadores que habían encontrado en un cementerio turco. La cantidad de carne que, según estos especialistas, ingerían los antiguos luchadores romanes era ínfimo en comparación con la de productos vegetales.
Como si este dato no fuera suficientemente revelador para nuestras sociedades actuales, que celebran el consumo de carne y demás productos de origen animal como la base del bienestar y el desarrollo muscular, los investigadores también descubrieron que los gladiadores complementaban su dieta con una bebida a base de cenizas vegetales. Se trataba de una especie de tónico que los ayudaba a recuperarse luego de un feroz enfrentamiento o a prepararse para el entrenamiento.
Al parecer, las cenizas de plantas que consumían los gladiadores los ayudaba a fortalecer su cuerpo luego de las duras rutinas de ejercicio y también colaboraba con la reparación de los huesos que hubieran sido dañados. De acuerdo con las declaraciones de Fabian Kanz, un médico forense de la Universidad de Viena, dichos efectos se pueden comparar con los que nos proporcionan las actuales tabletas de magnesio y calcio.
En definitiva, los gladiadores se encuentran entre los personajes del pasado que asociamos con la virilidad, con la resistencia física extrema y con la valentía, pero un estudio científico reveló que su dieta no guarda relación con la que hoy en día adjudicaríamos a un héroe: ¿dónde está el pollo, dónde está el huevo duro o la leche de vaca? En su lugar, legumbres, verduras y una bebida de cenizas de plantas.
“Gladiador”, por otra parte, es el título en castellano de una famosa película que dirigió Ridley Scott y contó con las actuaciones de Russel Crowe y Joaquin Phoenix. En este filme, titulado “Gladiator” en su idioma original, el protagonista es Máximo Décimo Meridio, un general del ejército que es traicionado por el hijo del emperador y convertido en esclavo, condición bajo la cual logra triunfar como gladiador.