Hidrocefalia es un cuadro médico que implica una dilatación fuera de los parámetros normales de los ventrículos del encéfalo a raíz de una acumulación de líquido cefalorraquídeo. El encéfalo, a su vez, está compuesto por un conjunto de órganos que integran el sistema nervioso de los seres vertebrados y se localizan en la cavidad interna del cráneo.
En el griego es donde podemos encontrar el origen etimológico de hidrocefalia. Un término que es el resultado de la unión de tres «partículas» claramente diferenciadas: hydro que significa «agua«, kephale que puede traducirse como «cabeza» y el sufijo -ia que se define como «cualidad».
En otros tiempos, la hidrocefalia era una anormalidad conocida como «agua en el cerebro«, aunque esa sustancia, en realidad, no es agua sino líquido cerebroespinal. Se trata de un fluido de tonalidad clara que envuelve al cerebro y a la médula espinal. Cuando este líquido se acumula de forma excesiva, provoca una dilatación atípica de las regiones del cerebro que se denominan ventrículos, un hecho que es potencialmente perjudicial para los tejidos cerebrales.
Origen y síntomas de la hidrocefalia
La hidrocefalia puede ser de origen congénito (ya está presente en el niño recién nacido y puede surgir por influencias ambientales o por herencia) o ser de tipo adquirida (se desarrolla durante las primeras horas de vida o después, ya que puede manifestarse en personas de todas las edades al ser consecuencia de una lesión o una enfermedad).
Varios son los síntomas indicativos de que se padece dicha enfermedad y estos varían en función de la edad de la persona en cuestión. Así, por ejemplo, en los niños lo más frecuente es que aquella se traduzca a través del aumento del tamaño de la cabeza. No obstante, junto a ello también pueden producirse en el pequeño desde vómitos hasta convulsiones pasando por insomnio o irritabilidad.
En las personas mayores, sin embargo, lo más frecuente es que los síntomas que padezcan sean dolores de cabeza, visión borrosa, problemas de equilibrio, somnolencia, pérdida de memoria, irritabilidad, vómitos, incontinencia urinaria o incluso diversos cambios en su personalidad.
Clasificación según el tipo
Por otra parte, es importante tener presente que existen distintos tipos de hidrocefalia. La denominada hidrocefalia comunicante, por ejemplo, es aquella que se desarrolla cuando hay un bloqueo del flujo del líquido cerebroespinal después de su salida de los ventrículos al espacio subaracnoideo. Se define como comunicante porque el líquido cerebroespinal todavía logra desplazarse entre los ventrículos, los cuales se mantienen abiertos.
La hidrocefalia no-comunicante, también llamada por los especialistas como hidrocefalia obstructiva, es un cuadro que se produce cuando hay un bloqueo del flujo del líquido cerebroespinal en una o más de las vías estrechas que unen a los ventrículos. Uno de los motivos más frecuentes de esta clase de hidrocefalia es la estenosis acuaductal.
Tratamiento de la hidrocefalia
El tratamiento actual más frecuente para hacer frente a la hidrocefalia requiere de intervención quirúrgica. Y es que el cirujano lo que debe llevar a cabo es la implantación en la cabeza del paciente de lo que se da en llamar sistema de derivación. Este lo que hará será desviar el citado flujo del líquido cerebroespinal fuera del sistema nervioso central, lo desviará a otra zona donde aquel pueda ser absorbido dentro del normal flujo circulatorio.
Esta intervención es muy complicada y no está exenta de posibles errores. Pero, desde luego, es la técnica más efectiva hasta el momento.