En el latín es donde podemos establecer que se encuentra el origen del término hoguera que ahora nos ocupa. En concreto, deriva de la palabra «focaria» que, a su vez, emana del sustantivo «focus», que puede traducirse como «hogar» o incluso como «fuego».
Se considera que la primera vez que se usó el término hoguera como tal fue en el siglo XIII.
El concepto de hoguera se emplea para nombrar al fuego que se enciende de manera voluntaria al aire libre con algún fin. Términos como pira, fogón y fogata pueden utilizarse como sinónimos.
Para encender una hoguera, se deben utilizar elementos combustibles capaces de producir mucha llama. Uno de los combustibles más usados para crear una hoguera es la leña.
Las hogueras pueden encenderse con múltiples objetivos. A lo hora de acampar, muchas personas recurren a una hoguera para calentarse y para obtener luz en horario nocturno. En estos casos, es importante tener en cuenta que, según el ámbito geográfico, la hoguera puede desencadenar un incendio forestal: por eso solo debe encenderse en un lugar habilitado para tal fin.
En varias regiones, las hogueras forman parte de celebraciones populares y rituales. En la Fiesta de San Juan que se celebra el 23 de junio en varios países europeos, por ejemplo, se encienden hogueras para darle fuerza al sol y para que los asistentes se purifiquen.
En la antigüedad, por otra parte, la hoguera era un método de ejecución de gran crueldad, ya que el condenado era quemado vivo y padecía terribles dolores antes de morir. La hoguera solía elegirse cuando la condena tenía un motivo religioso, debido al vínculo que se establece entre el fuego y la purificación.
En algunos casos, el condenado no fallecía por el contacto con el fuego, sino por el humo que inhalaba y le provocaba una intoxicación. Por lo tanto la muerte llegaba antes del contacto directo con la hoguera.
La Inquisición, un tribunal de la Iglesia católica que se encargaba de condenar la herejía, solía recurrir a la hoguera. Juana de Arco, por citar un caso, murió en la hoguera en 1431.
De la misma manera, no podemos pasar por alto el hecho de que uno de los clásicos de la literatura lleva en su título la palabra que ahora nos ocupa. Nos estamos refiriendo a la novela «La hoguera de las vanidades», que fue publicada en el año 1987 y que fue escrita por el autor estadounidense Tom Wolfe.
Un adinerado corredor de Bolsa es el protagonista de esta historia en la que se muestra la realidad de la sociedad de Nueva York en la década de los años 80. En concreto, se da a conocer cómo viven los ricos de la ciudad como aquel, todo lo que son capaces de hacer para mantener su estatus social o el conjunto de circunstancias que rodean a ese conjunto de personas que cuentan con dinero y poder.
A nivel histórico tenemos que establecer que la hoguera de las vanidades es un acontecimiento que tuvo lugar el 7 de febrero de 1497 cuando en Florencia (Italia) un grupo de personas, liderado por el monje Girolamo Savonarola, quemaron multitud de objetos de forma pública durante el Martes de Carnaval. Objetos que eran considerados lascivos, pecaminosos o que incitaban a la vanidad.