Del latín horarius, el término horario hace referencia a aquello que tiene relación o que pertenece a las horas. Su uso más habitual está vinculado al periodo temporal durante el que se lleva a cabo una actividad.
Es evidente que, para comprender la noción de horario, hay que entender el concepto de tiempo. Esta magnitud física mide lo que está sujeto a cambio. Cuando algo cambia de un estado a otro, el período transcurrido en dicho proceso puede medirse en una unidad de tiempo.
El tiempo, a su vez, puede ser medido a través del uso de un reloj. El propósito de establecer un horario, por ejemplo, consiste en indicar el momento preciso en que tendrá lugar un hecho futuro para que las personas puedan organizar su rutina.
El cambio horario
Uno de los conceptos más ligados al horario es el de DST (Daylight Saving Time o hora para el ahorro de luz solar) que se realiza en una determinada época del año en la mayoría de los países; el mismo contempla las horas de luz que tiene un día y estipula una hora civil fija donde se intenta que los ciudadanos puedan contar con la mayor cantidad de horas de luz natural en su día laboral, de modo que se evitan gastos absurdos de electricidad.
El cambio de hora se encuentra principalmente ligado a cuestiones de tipo económicas y fue propuesto por primera vez por William Willett, un constructor inglés quien en 1905, mientras realizaba un paseo a caballo antes del desayuno, pensó en la cantidad de londinenses que todavía dormían, cuando ya el sol había salido hacía varias horas; además, siendo aficionado al golf, le disgustaba acortar su recorrido a causa de la caída del sol.
Propuso entonces adelantar las horas laborales, pero para hacerlo menos brusco, recomendó ir adelantando de a 20 minutos semanales, teniendo en cuenta la salida y la puesta del sol, de modo que pudieran aprovecharse al máximo las horas de luz. Su proyecto no fue aprobado hasta 1916 por los alemanes, los primeros en aplicar el horario de verano. Posteriormente lo hicieron otros países de Europa, y más tarde Rusia y Estados Unidos.
Ahorro energético
En la actualidad el cambio horario implica un ahorro energético considerable. En España, por ejemplo, se estima que el mismo llega a ser de hasta un 5% en el sector doméstico; por esta razón se dice que los motivos que lo impulsan son económicos, aunque también comprende otros beneficios, como el cuidado del medio ambiente y el aprovechamiento de los recursos naturales.
No todos los países se han adherido al cambio horario, aunque sí casi todos los que se encuentran en el hemisferio norte del planeta. Se cree que una de las cosas que impulsaron su uso en los diversos países tuvo que ver con la primera crisis del petróleo que se vivió en el mundo en el año 1974, como una forma de aprovechar mejor la electricidad.
Husos horarios
La Tierra se encuentra dividida en 24 áreas (que la cortan en forma vertical y horizontal); cada una de ellas representa un huso horario. De acuerdo a la ubicación de cada país en el planisferio, pertenecerá a uno u otro huso.
Se denominan husos porque cada área tiene una forma similar al huso de hilar. Con respecto a su disposición, se encuentran centrados en meridianos que poseen una longitud que es siempre múltiplo de 15°.
Antes de que existieran, en cada ciudad el horario se medía en base a la ubicación del sol y llegaban a existir diferencias de minutos entre ciudades que pertenecían a una misma región; con la implementación de los husos horarios, este problema fue resuelto, al sincronizarse todos los relojes de una misma área.
A su vez el horario de cada región se encuentra fijado por el denominado tiempo universal coordinado (UTC), centrado sobre el meridiano de Greenwich, cuya área 0 incluye a Londres. Cuando nos movemos de un lugar con un huso horario a otro con uno diferente, deberemos: sumar una hora si nos dirigimos hacia el este y restar una si vamos del este al oeste. Cuando se atraviesa el meridiano, es decir, se recorren 180° de superficie terrestre, entonces el cambio horario será de 24 horas.