Una ilusión es una representación o un concepto que surge por un engaño de los sentidos o por la imaginación, careciendo de un sustento real. La idea de óptica u óptico, por su parte, tiene varios significados: entre ellos, aquello vinculado a la visión (la capacidad de percibir con los ojos; es decir, de ver).
Una ilusión óptica, por lo tanto, es una imagen que puede percibirse con la vista de distintas formas. Esta particularidad puede tener un origen fisiológico (debido al efecto del movimiento, el color o el brillo en los ojos o en el cerebro) o cognitivo (derivado del modo en el que entendemos la realidad).
Las ilusiones ópticas se producen cuando el ojo no puede divisar claramente determinadas imágenes ya que se presentan en más de una forma, mientras que el cerebro está en condiciones de asimilar sólo una imagen a la vez. De este modo, se genera una confusión.
Ejemplos de ilusión óptica
Una de las ilusiones ópticas más famosas es la Copa de Rubin, desarrollada por el psicólogo Edgar Rubin (1886–1951). Este investigador danés ideó un dibujo que puede verse como una copa o como dos rostros que se están mirando de frente. Según el punto en el cual el observador enfoque su mirada, percibirá la copa o los rostros.
La cuadrícula centellante es otra ilusión óptica muy conocida. Se trata de una cuadrícula en la cual da la sensación de que aparezcan y desaparezcan los puntos que se encuentran en las intersecciones de las líneas horizontales y las líneas verticales. De este modo, la cuadrícula parece centellear o titilar, aunque en realidad es un gráfico inanimado.
Origen del fenómeno
De acuerdo con las investigaciones de Mark Changizi, un científico del Instituto Politécnico Rensselaer de Nueva York, la ilusión óptica surge como resultado de un retraso en las neuronas que casi todos los seres humanos experimentamos durante la vigilia, es decir, cuando estamos despiertos. Señala que cuando la luz alcanza la retina, pasa aproximadamente una décima de segundo hasta que el cerebro puede traducir la señal y convertirla en una percepción visual del entorno.
Esta forma de interpretar el fenómeno de la ilusión óptica puede parecer poco tradicional para muchos, pero se basa en un rasgo de nuestro cerebro que ya muchos científicos habían notado antes que Changizi. La diferencia entre ambas posturas es que los demás suelen enfocarse en un supuesto mecanismo de compensación de dicho retraso que tiene lugar en el sistema motor.
Según Changizi, la compensación se produce en el sistema visual de nuestra especie y le permite generar imágenes «del futuro», es decir, de lo que supone que ocurrirá una décima de segundo más tarde. Gracias a esta previsión, el ser humano puede reaccionar a los sucesos que tienen lugar en el presente, aunque para su cerebro formen parte de un potencial futuro. Atrapar un balón que viene volando hacia nosotros o manipular con precisión una herramienta compleja son dos de los muchos ejemplos en los cuales necesitamos de estas predicciones para salir airosos e ilesos.
En una entrevista para la televisión, Changizi señaló que la ilusión óptica tiene lugar cuando el cerebro produce una predicción incorrecta del futuro, es decir, una que no coincide con la realidad. Algunas de las imágenes mencionadas en los párrafos anteriores, así como otras que nos dan la sensación de estar moviéndonos a lo largo de un túnel o de que los objetos se encuentran a diferentes distancias de nosotros, entre muchas otras posibilidades, están pensadas para causar de manera intencional este «error» en nuestro cerebro. En pocas palabras, la ilusión óptica ocurre como resultado de una limitación propia de nuestra mente.