Para poder conocer el significado del término impertinente que ahora nos ocupa, vamos a proceder, en primer lugar, a descubrir su origen etimológico. En este caso, podemos subrayar que se trata de una palabra que deriva del latín, exactamente es fruto de la suma de dos componentes léxicos de dicha lengua:
-El prefijo “in-”, que significa “no”.
-El sustantivo “pertinet”, que es sinónimo de “que es ajustado a la situación” o “lo que procede”.
Por lo general se emplea para calificar a la expresión o el acto que resulta incómodo, molesto o desubicado.
Por ejemplo: “Creo que tu pregunta es impertinente y no merece ningún tipo de respuesta”, “Los dichos impertinentes del niño dejaron a sus padres en una situación embarazosa”, “La actitud impertinente del nuevo jugador del equipo no cayó bien entre sus compañeros”.
Numerosas son las palabras que pueden ejercer como sinónimos de impertinente y entre esas destacan algunas tales como inconveniente, inoportuno, improcedente, inadecuado, fastidioso, pesado o cargante, por ejemplo. Por el contrario, entre sus antónimos nos topamos con palabras tales como oportuno, pertinente, adecuado, delicado o prudente.
Supongamos que un adolescente le pregunta a la directora de su escuela si sigue manteniendo relaciones sexuales con su esposo. Dicha consulta es absolutamente impertinente ya que interroga a la mujer sobre un aspecto de su vida íntima que no corresponde que haga público, sobre todo ante un menor de edad que además es alumno de su establecimiento educativo.
También se puede calificar como impertinente a la persona que realiza acciones de este tipo (irrespetuosas, rebeldes, groseras, descorteses, etc.): “El impertinente periodista volvió a poner en aprietos al gobernador con sus preguntas y comentarios”, “Me gustan los estudiantes impertinentes, que se animan a cuestionar el discurso del docente”, “No tolero a los empleados impertinentes que discuten mis decisiones: te recomiendo seguir mis instrucciones si quieres progresar en esta empresa”.
Cuando la noción se usa en plural (impertinentes), se trata de un sustantivo que refiere a los anteojos que tienen mango o manija. De uso generalmente femenino, los impertinentes se toman por el mango y se ubican delante de los ojos.
Los impertinentes se popularizaron en el siglo XIX. Su utilización más frecuente se daba en la ópera, aunque también se empleaban en los bailes de disfraces.
Este tipo de gafas, los impertinentes, se considera que fueron creados por el inglés George Adams. En un primer momento, hay que exponer que no solo se usaron para poder ver mejor sino también como un simple accesorio, es decir, como si de un complemento de joyería se tratase.
En el caso del uso que se les daba en la ópera, para poder ver mejor el escenario desde el patio de butacas o desde algunos de los palcos, hay que exponer que con el tiempo fueron sustituyéndose. En concreto, progresivamente fueron dejados de lado para emplear lo que se conoce como binoculares de teatro. Estos se identifican por tener un tamaño muy pequeño y por contar con un gran poder de aumento.