Se dice que una persona es individualista cuando es propensa al individualismo o partidaria de esta tendencia. Así mismo, el individualismo consiste en el pensamiento y la acción independientes, sin depender ni pensar en otros sujetos y manteniéndose ajeno a las normas generales.
Como tendencia filosófica, el individualismo defiende la supremacía de los derechos individuales frente a los derechos de la sociedad y a la autoridad del Estado.
Una posición filosófica, moral y política
El individualismo, por lo tanto, puede considerarse como una posición filosófica, moral o política. Y aquellas personas que se encuentren dentro de esta forma de entender la vida buscarán satisfacer sus propios objetivos con autosuficiencia e independencia, oponiéndose a las intervenciones externas acerca de sus opciones personales. Por eso están en contra de la autoridad de las instituciones sobre su libertad individual.
Como bien podemos discernirlo por su nombre, el individuo es el centro del individualismo, al igual que ocurre en otras doctrinas como el liberalismo o el anarquismo. Esto significa que el individuo es la unidad elemental de un sistema. Cada individuo (unidad) es diferente y posee sus propias particularidades y capacidades.
Existe otro concepto que se conoce como individualismo metodológico y que es una corriente filosófica que se encarga de estudiar este tipo de vida de una forma profunda. Para quienes se inclinan por este pensamiento, todos los fenómenos sociales pueden explicarse a partir de elementos individuales. En otras palabras: las acciones y creencias de los individuos explican la evolución de la sociedad.
El individualista y el egoísmo
Aunque a simple vista esta forma de vivir puede ser llamativa y auténtica, en general los sistemas intentan doblegar a las personas para que entiendan que pensar por ellas mismas y buscar su propio beneficio es un acto deleznable.
Todo aquello que se acerque al egoísmo se entiende como una falta de solidaridad y compañerismo. No obstante, es necesario decir a favor de esta forma de vivir que las personas individualistas no necesariamente actúan con despotismo: muchas solamente entienden que no pueden relacionarse con el mundo del mismo modo que ve que los demás sí lo hacen y optan por una vida alejada de las conglomeraciones, persiguiendo sus propios sueños sin desear sentirse parte de un grupo.
En este punto podemos decir que el individualismo puede reflejar una ética de la liberación y la autorrealización (si se entiende de forma positiva), o un acto arbitrario de falta de solidaridad (si se realiza de forma despótica y desconsiderada para con el resto de las personas).
Pese a lo antes dicho, la mayoría de las personas tienden a despreciar a aquellos que intentan vivir de forma liberada y auténtica. Por tanto, en el lenguaje cotidiano, las personas que podrían categorizarse como individualistas suelen ser valoradas de forma negativa, ya que se cree que piensan solamente en ellas mismas y que no sienten nada de compasión por quienes les rodean. Algunos ejemplos en los que se utiliza esta forma de entender el concepto son: «No puedo creer que seas tan individualista y que ya hayas gastado nuestros ahorros en algo que sólo te gusta a ti», «Es un jugador muy habilidoso, pero demasiado individualista».
Libertad de acción
Vivimos en una sociedad en la que nos enseñan a olvidarnos de nosotros mismos para y darle más importancia a lo que los demás desean. Nos acostumbramos a hablar de una determinada forma para no herir los sentimientos ajenos (aunque estemos privándonos de decir aquello que pensamos, hiriendo nuestros propios sentimientos) y a cumplir con una determinada cantidad de obligaciones que no nos representan (olvidándonos de lo que realmente deseamos hacer).
Vivimos en una sociedad en la que intentan inculcarnos que nos olvidemos de nuestros deseos y seamos meros engranajes del sistema. No obstante, siempre estamos a tiempo de cambiar esto: levantarse, amarse a uno mismo no puede ser considerado un acto despreciable.