La etimología de inflorescencia nos lleva al vocablo latino inflorescens, a su vez derivado de inflorescĕre (que puede traducirse como “cubrirse de flores”). El concepto se emplea en el terreno de la botánica para aludir a la disposición de las flores en una planta.
Recordemos que una planta es un ser vivo autótrofo que no tiene capacidad locomotora. Las flores, por su parte, son brotes compuestos por hojas de colores: se trata de estructuras reproductivas que producen semillas.
La inflorescencia es la distribución de las flores en la extremidad de un tallo o en las ramas. Existen inflorescencias de una única flor (llamadas inflorescencias unifloras) y otras con dos o más flores (las inflorescencias plurifloras).
En el caso de las inflorescencias unifloras, pueden tratarse de inflorescencias axilares o de inflorescencias terminales. Las inflorescencias plurifloras se diferencian entre las simples y las compuestas (de acuerdo a la existencia, o no, de un eje común) y entre las cimosas o cerradas (que tienen crecimiento definido) y las racimosas o abiertas (de crecimiento indefinido).
Mientras que las inflorescencias simples se pueden describir como un eje común que tiene las ramas unifloras cuando el eje principal tiene las plurifloras laterales. Según la forma y el desarrollo de dicho eje, podemos distinguir entre las racimosas y las cimosas. Los dos tipos pueden constar de inflorescencias elementales tales como un racimo que agrupe otros racimos o una espiga con varias espigas (en este caso se habla de inflorescencia homogénea).
Si, en cambio, las componen elementos de naturaleza diferente, podemos distinguir dos grupos: si son del mismo tipo, se denominan inflorescencias heterogéneas; en el caso contrario, se llaman inflorescencias mixtas. Cuando la pluriflora parece una sola flor, como en el capítulo de las compuestas, se las conoce como pseudanto.
Retomando las racimosas o abiertas, se trata de un tipo de inflorescencia en el cual los meristemas de las puntas de los ejes no alteran su actividad a lo largo de su crecimiento. Además, todas sus flores crecen a los costados y su raquis se desarrolla de forma indefinida. En el caso de las inflorescenicas cimosas, en cambio, la producción de flores consume los meristemas apicales de los ejes.
Las inflorescencias especiales, por otro lado, son poco frecuentes. En este tipo de inflorescencia, la ramificación del eje floral no evidencia un patrón particular.
En definitiva, puede entenderse la inflorescencia como un sistema que tiene un eje principal denominado raquis, el cual suele llevar brácteas (hojas de características especiales); en las axilas de las brácteas surgen las flores. El raquis, a su vez, se encuentra vinculado al tallo de la planta mediante el pedúnculo; un pedicelo, en tanto, sostiene a cada flor.
Existen ciertas diferencias bien definidas entre las inflorescencias y la parte restante del tallo vegetativo, entre las que podemos destacar las siguientes:
* su crecimiento es limitado y su vida termina cuando haya sido capaz de reproducirse, mientras que el tallo vegetativo crece de manera ilimitada;
* por lo general, las yemas de la inflorescencia se transforman en ramas, razón por la cual es muy común que exhiban complejas ramificaciones. Las yemas del tallo vegetativo, en cambio, no atraviesan ningún cambio;
* existen diferencias entre sus hojas, tanto en su color, como en su forma y su tamaño. El nombre que reciben es brácteas, mencionado más arriba, y tienen la función de proteger las ramas reproductoras;
* el tiempo que le toma a la inflorescencia completar su ramificación es mucho menor;
* las inflorescencias poseen elementos tales como ramas o tallos con hojas que dan flores en sus axilas. El tallo se denomina eje de la inflorescencia, y puede dar origen a otros ejes.