El vocablo latino instigāre llegó al castellano como instigar. El término hace referencia a estimular o provocar a una persona o a un grupo de individuos para que lleven a cabo una determina acción, por lo general tomada como perjudicial o negativa.
Algunos ejemplos
Por ejemplo: “Deja de instigar a los niños a hacer bullicio, no seas infantil”, “Al dirigente socialista lo acusaron de instigar las violentas protestas que provocaron destrozos en el centro de la ciudad”, “Un medio de comunicación no puede instigar el terrorismo”.
Instigar al delito
Cabe destacar que instigar al delito está considerado como un delito en sí mismo. Se trata de una falta que atenta contra el orden público: es decir, contra la situación que se considera normal para que los seres humanos puedan convivir de manera pacífica en una sociedad, gozando de libertades y derechos.
Supongamos que, en un programa de televisión, un hombre incita a la población a saquear comercios. Lo que está haciendo este sujeto es instigar a cometer un delito, con lo cual su conducta puede ser penada por la ley. Esta actitud puede tener lugar en medio de una situación de emergencia, y provocar un mayor descontrol del que reine hasta el momento.
En la actualidad, las redes sociales abren las puertas a la dispersión de mensajes como éste en cuestión de segundos, a todo el mundo. El gran peligro reside en que lo hagan quienes gozan de una profunda influencia en la población, ya que sus palabras pueden ser tomadas como mandatos por sus admiradores, aunque que para el resto no sean más que ideas absurdas.
Los momentos más difíciles de la vida, como ser las crisis económicas, las guerras o las pandemias, suelen ser la fuente de una serie de problemas sociales ante la imposibilidad de mantener la calma entre los ciudadanos. Es entonces que ideas tales como la anarquía o la rebelión contra el poder cobran una fuerza considerable; si una persona famosa las esparce puede conseguir instigar a millones de otras a llevarlas a cabo, sembrando el caos.
El suicidio
La instigación al suicidio también suele ser un delito que se encuentra tipificado en el Código Penal. En este caso lo que se castiga es la acción de estimular a alguien a que se suicide o el hecho de brindarle ayuda para que pueda suicidarse.
En este punto tenemos más de una posibilidad, y el debate es interminable. Hay personas que, por diferentes razones, desean quitarse la vida; ya sea por una enfermedad física o mental, no quieren seguir viviendo. La ley no ve con buen ojo que alguien las ayude a alcanzar su objetivo, pero la percepción general es mucho peor si existe una recomendación por su parte, si la idea de suicidarse es instigada por un tercero.
Ahora bien: cuando existen motivos de fuerza mayor, como el dolor que puede causar una enfermedad, es relativamente posible entender que alguien recomiende a un ser querido acabar con su sufrimiento. Pero si la instigación surge por el mero deseo de torturar al otro, no hay discusión posible. Existen historias de personas con trastornos mentales que fueron persuadidas a quitarse la vida por seres que simplemente «disfrutaban» del control que conseguían sobre ellas, como auténticos psicópatas.
Otra acepción
La Real Academia Española (RAE), por último, también reconoce la noción de instigar como pergeñar o urdir algo de forma astuta: “Varios dirigentes del oficialismo creen que la oposición se está preparando para instigar una revuelta popular”, “Debemos instigar a que el rival pierda el balón lo antes posible”, “Creo saber quién es el que se encargó de instigar esta traición…”.