La inteligencia lingüística es la aptitud para utilizar las palabras de forma efectiva, ya sea hablando o escribiendo. Se trata de una capacidad clave en la comunicación y en el aprendizaje de idiomas, por ejemplo.
Puede vincularse la inteligencia lingüística a la facilidad para el dominio de la gramática, la semántica, la sintaxis, la ortografía y otras cuestiones vinculadas al uso de la lengua. Asimismo se la puede relacionar con habilidades para la adquisición del lenguaje, el análisis del discurso, el multilingüismo y la interpretación de textos.
Qué es la inteligencia lingüística
La inteligencia lingüística es esencialmente un tipo de inteligencia. Para comprender el concepto, por lo tanto, hay que analizar qué se entiende por inteligencia.
Se llama inteligencia al talento, la competencia o la buena disposición para comprender o para lograr la resolución de problemas. Quien es inteligente, por lo tanto, dispone de ciertas herramientas intelectuales que lo favorecen.
La lingüística, en tanto, es la disciplina científica que se centra en el lenguaje. La idea de lenguaje, a su vez, refiere a la facultad de expresión y comunicación que tienen las personas haciendo uso de un sistema de signos.
Puede decirse que la noción de inteligencia lingüística alude a la pericia en el uso de las palabras. El concepto fue propuesto por el psicólogo estadounidense Howard Gardner en su teoría de las inteligencias múltiples, que postuló en 1983.
La teoría de Gardner
La teoría de las inteligencias múltiples de Gardner supone un modelo para entender la mente humana. De acuerdo a este investigador, no existe una única inteligencia, sino que hay una red de inteligencias que tienen autonomía pero que se encuentran interrelacionadas.
Para desarrollar una clase de inteligencia en particular, se ponen en juego factores biológicos, culturales, sociales y de otra índole. Gardner afirma que el potencial para procesar la información se activa según el marco.
En definitiva, como existen múltiples clases de problemas que el ser humano debe resolver, también hay múltiples clases de inteligencias. Gardner señala que, al conocer y desarrollar las diferentes inteligencias, un individuo adquiere el potencial y la flexibilidad para desempeñarse con eficacia en diferentes ámbitos sociales.
Gardner y sus colaboradores de la Universidad de Harvard consiguieron detectar doce tipos de inteligencia. La inteligencia lingüística es una de ellas, que se suma a otras como la inteligencia interpersonal, la inteligencia intrapersonal, la inteligencia emocional y la inteligencia musical.
Desarrollo de la inteligencia lingüística
El desarrollo de la inteligencia lingüística favorece el pensamiento, contribuye al entendimiento y fomenta la creatividad, de acuerdo a la visión de Gardner. Existen diversos recursos y prácticas que pueden aprovecharse para desplegarla al máximo.
La lectura y la escritura son dos actividades que ayudan a potenciar la inteligencia lingüística. Leer libros y escribir un diario personal, en este marco, resultan acciones favorables. También se recomienda participar de debates y realizar lecturas en voz alta.
Con la expansión de la inteligencia lingüística, se optimiza la habilidad para comprender el significado de las palabras y, por lo tanto, para usarlas adecuadamente y en función de los objetivos personales. Por eso, la inteligencia lingüística es muy importante en los abogados, los dirigentes políticos, los líderes religiosos y los escritores.
El aprendizaje de idiomas
El aprendizaje de idiomas es más simple cuando la inteligencia lingüística alcanza un grado avanzado de desarrollo. Dominar la lengua materna a la perfección brinda la base perfecta para estudiar una segunda lengua y abrazar el bilingüismo.
Estas habilidades son vitales en la adquisición y la comprensión del lenguaje escrito y el lenguaje oral. También ayuda al estudio de lenguas muertas e incluso a la instrucción en lenguaje de señas.
Así como el aprendizaje de idiomas se facilita, además se refuerza la capacidad de traducción. Dicho de otro modo: un buen traductor necesita contar con una elevada inteligencia lingüística.
La inteligencia lingüística y la literatura
La inteligencia lingüística y la literatura mantienen un vínculo estrecho. Después de todo, la literatura es un arte que se sostiene en la expresión verbal (aquella que se sirve de la palabra).
Tanto para crear narrativa como poesía, un autor debe poseer la inteligencia lingüística suficiente para trabajar con las palabras. Un escritor tiene que estar en condiciones de usar la metáfora, la metonimia, la sinécdoque, la aliteración, la elipsis y otras figuras para transmitir emociones y sensaciones en sus textos.
Supongamos que un dramaturgo está escribiendo una nueva obra de teatro. Gracias a su inteligencia lingüística, puede presentar acontecimientos organizados en distintos actos, donde plantea los sucesos recurriendo al sarcasmo, la ironía y otros instrumentos retóricos.
Un escritor, por otra parte, puede explotar su inteligencia lingüística para elaborar un ensayo. En este caso, el uso acertado de las palabras le permitirá comunicar sus ideas con precisión.
Con un grado reducido de esta inteligencia, en cambio, estas tareas son imposibles de llevar a cabo. No hay dramaturgo o ensayista que pueda cumplir con su función si no sabe manejar las palabras con un cierto nivel de destreza.