El interés compuesto es el beneficio (o costo) del capital principal a una tasa de interés durante un cierto periodo de tiempo, en el cual los intereses obtenidos al final de cada periodo no se retiran, sino que se añaden al capital principal. Por lo tanto, los intereses se reinvierten.
En cambio, con un interés simple, los intereses producidos por el capital principal en un cierto periodo no se acumulan para generar los intereses que corresponden al siguiente periodo. Por lo tanto, a diferencia del interés compuesto, el interés simple que produce el capital invertido será igual en todos los periodos mientras dure la inversión y la tasa y el plazo se mantengan sin variación.
Un índice expresado en porcentaje
Interés es un concepto que proviene del latín interesse (“importar”). En su aceptación económica o financiera, se refiere a la ganancia, el valor, el provecho o la utilidad de algo. En el mismo sentido, se trata del lucro que se produce mediante el capital.
En la práctica, el interés aparece como un índice expresado en porcentaje. Este índice permite estimar el costo de un crédito («Me otorgaron el crédito hipotecario con un interés anual fijo del 20%») o la rentabilidad del ahorro («Mi caja de ahorro brinda un interés mensual del 0,25%»).
El interés, por lo tanto, señala cuánto dinero se obtiene o hay que pagar en un determinado periodo de tiempo. Un crédito de 10.000 dólares con un interés anual del 10% implica que la persona deberá devolver, cumplido dicho plazo, 11.000 dólares. De igual forma, un plazo fijo de 5.000 pesos a un año, con un interés anual del 5%, brindará un beneficio de 250 pesos.
Es importante señalar que se trata de un concepto fundamental si se desea conocer a fondo el funcionamiento de las cuentas corrientes y los depósitos.
El efecto multiplicador del interés compuesto
Para comprenderlo mejor puede decirse que existe un interés compuesto cuando tiene lugar el efecto multiplicador del dinero, es decir cuando los diversos intereses producen alguna ganancia, esto ocurre por ejemplo en las cuentas corrientes, donde los intereses se depositan en la misma cuenta donde tenemos el capital.
Para ejemplificar esta explicación supongamos que disponemos de 1.000 euros en una cuenta que nos da el 10% anual y dichos intereses los cobramos una vez al año. Al cabo de dos años no dispondremos de 1.200 euros sino de 1.210 ya que al terminar el primer año acumularemos 110 euros de intereses, los cuales se sumarán a nuestro capital para dejar a nuestra disposición 1.210 euros.
Cómo se calcula
Es importante señalar que, a diferencia de lo que se cree, el interés compuesto no se calcula multiplicando el capital inicial por la tasa de interés y la cantidad de períodos de cálculo, sino que es un poco más complicado. Se trata de multiplicar el capital actual derivado del capital inicial (C) por cada uno de los intereses de cada período. La cuenta podría resultar así:
C1 = C * (1 + i)
C2 = C1 * (1 + i) = C * (1 + i) * (1 + i) = C * (1 + i)^2
…
Cn = C * (1 + i)^n
Si volvemos al ejemplo anterior podemos plasmar que de acuerdo al capital inicial con el contábamos y los diversos intereses acumulados, la cuenta sería: C2 = 1000 * (1 + 0,1)^2 = 1000 * 1,1^2 = 1000 * 1,21 = 1210 euros.
El interés compuesto y los contratos
Para finalizar diremos que a la hora de calcular los intereses es importante tener presente cuáles fueron las condiciones pautadas a través del contrato.
Si en un banco nos ofrecen un depósito anual al 20%, los cuales se depositarán al finalizar el depósito y en otro uno al 19%, pero donde los intereses se pagan mes a mes y se reincorporan al propio depósito; claramente con el segundo obtendremos una mayor ganancia porque iremos acumulando intereses en cada período, mientras que con el segundo sólo se efectuará la cuenta una vez al finalizar el servicio.