ISO 9001 es una norma de calidad desarrollada por la International Standarization Organization (Organización Internacional para la Estandarización, en nuestro idioma). Fue publicada por primera vez en 1987 y desde entonces tuvo varias revisiones.
La versión actual de ISO 9001 fue dada a conocer en 2015. Se basa en diversos principios para el control de calidad y la mejora continua en la gestión de procesos, apuntando así a incrementar la satisfacción del cliente.
Historia de la ISO 9001
Para conocer la historia de la ISO 9001 primero hay que remontarse a los orígenes de los estándares de calidad. Dichos parámetros comenzaron a establecerse luego de la Segunda Guerra Mundial, estando asociados inicialmente a los controles que se realizaban de los procesos y los equipamientos militares. En este marco, Estados Unidos fue el país pionero en este tipo de supervisiones, que pronto se extendieron a Europa.
Así, luego de diversos criterios adoptados por las fuerzas armadas de distintas naciones, la British Standards Institution (BSI) presentó en 1979 la norma BS5750, que alcanzó una gran trascendencia gracias a su eficiencia. Dicha regla está considerada como el antecedente directo de la ISO 9001.
De hecho, el texto de la versión original de la ISO 9001 era muy similar al del estándar británico. En concreto, en 1987 se anunciaron tres modelos vinculados a objetivos de calidad: ISO 9001, ISO 9002 e ISO 9003, que en conjunto fijan diversas exigencias.
Estas tres normas ISO fueron revisadas en 1994, surgiendo la ISO 9001:1994. Una segunda revisión se realizó en 2000 (ISO 9001:2000), con cambios vinculados al Sistema de Gestión de Calidad (SGC). En 2008 llegó la tercera reconsideración (ISO 9001:2008) y en 2015, la cuarta y hasta el momento última comprobación: ISO 9001:2015.
Sus características
La ISO 9001 establece los criterios que se necesitan para implementar un SGC. Esta noción alude a planificar, supervisar y optimizar todos los elementos de una compañía que, de una forma u otra, inciden en el cumplimiento de los objetivos corporativos y en la satisfacción del cliente.
Es importante considerar que esta norma es válida para organizaciones que fabrican todo tipo de productos o que brindan distintas clases de servicios, independientemente del sector y más allá de tratarse de entidades privadas o públicas. Debe tenerse en cuenta, asimismo, que la idea de calidad no aplica solo al producto o servicio final, sino que afecta a la totalidad del proceso productivo. De este modo, con los controles y las certificaciones correspondientes, es posible «demostrar» esa calidad al consumidor o usuario.
Lo que hace la ISO 9001 es servir como un modelo de calidad y posicionarse como una referencia a nivel internacional. Acceder a esta certificación ISO implica la superación de una auditoría de calidad, con lo cual constituye un respaldo que puede exhibirse públicamente.
Otra manera de entender la ISO 9001 es como un elemento que ayuda a ordenar las operaciones comerciales. Dado su alcance mundial, una empresa que ostenta esta certificación le ofrece una garantía de calidad a un comprador internacional.
El diseño del SGC en base a la ISO 9001 exige el cumplimiento de una serie de pasos:
- Establecer cuál será la metodología de trabajo y qué criterios se aplicarán para alcanzar los estándares definidos por la norma.
- Plantear las medidas que se aplicarán para evaluar las múltiples áreas que constituyen la actividad de la empresa.
- Instaurar los procedimientos operativos estándar e instituir el desarrollo de las interacciones necesarias entre ellos.
ISO 9001 y modelos de gestión
Existen diversos modelos de gestión de recursos y de planificación estratégica que contribuyen a una mejora de procesos y a la puesta en marcha de una política de calidad que favorezca la tramitación de la norma ISO 9001.
La estrategia conocida como Six Sigma, por ejemplo, busca minimizar la variabilidad de los procesos a través de la optimización de cada una de sus partes. Así se pueden disminuir o suprimir las fallas y los defectos en la entrega del servicio o producto.
Six Sigma promueve el control estadístico de procesos para analizarlos y caracterizarlos, lo que abre la puerta a la reducción de la variabilidad de los mismos.
La metodología Lean, por su parte, se plantea reducir las pérdidas en el proceso productivo y aumentar la creación de valor para el usuario o cliente. Su premisa es emplear la cantidad mínima de recursos que se requieren para crecer.
Este modelo contribuye a evitar los tiempos de espera, la sobreproducción y los movimientos innecesarios. También posibilita dejar de lado aquellas actividades que no aportan valor.
La filosofía Kaizen, en tanto, refiere a la mejora continua y puede ser muy importante para lograr la ISO 9001. Promueve la gestión de la innovación, la solución rápida de los errores y la creatividad. De la misma forma, invita a reflexionar sobre los procesos para realizar una evaluación de desempeño e incentiva la construcción colectiva de conocimientos.
En definitiva, todas las herramientas de mejora de procesos que favorecen la realización de un análisis de valor y cooperan con el diseño y la aplicación de un plan de calidad son instrumentos valiosos para lograr la norma ISO 9001.