El adjetivo latente tiene su origen en el vocablo latino latens y describe algo que está oculto, que se mantiene a la espera de entrar en funcionamiento o que, en apariencia, se encuentra inactivo. El concepto puede aplicarse a múltiples cuestiones.
Por ejemplo: “La tormenta estaba latente pero no supimos interpretar las condiciones atmosféricas”, “Muchos creen que el descontento social está latente pero se mantiene controlado por buena marcha de la economía”, “Creo que el jugador tiene un enojo latente que puede despertar con cualquier chispa”.
El calor latente
Desde la perspectiva de la física, el calor puede definirse como latente cuando se necesita y aplica en modificaciones de estado sin que ello represente un aumento de la temperatura del cuerpo que lo recibe. Esto quiere decir que la energía que necesita un material para modificar su estado (que puede variar entre sólido hacia líquido o de líquido hacia un estado gaseoso) no se traduce en un incremento térmico. En otras palabras, pasar de gaseoso a líquido o de líquido a sólido es un proceso que permite liberar la misma cantidad de energía.
La idea de calor latente surgió en la antigüedad ya que, al notar que cuando se producía un cambio de fase no se modificaba la temperatura, se pensaba que el calor quedaba escondido (latente). En cambio, si el calor se aplicaba a una sustancia que variaba de fase y aumentaba la temperatura, se hablaba de calor sensible.
Un ejemplo de calor latente se obtiene cuando el hielo se derrite y el agua vuelve al estado líquido. Al aplicar calor al hielo, la temperatura asciende hasta que llega a los 0ºC, que es cuando se produce el cambio de estado. A partir de ese momento, pese a que se siga aplicando calor, la temperatura no aumentará hasta que el hielo se haya derretido del todo.
Un tipo de inhibición
A lo largo de nuestra vida, el cerebro desarrolla un sinnúmero de mecanismos que nos facilitan el día a día, contrastados por una lista de traumas que nos hacen tropezar al toparnos con situaciones que para otros pueden pasar desapercibidas. Sin embargo, la gran complejidad de nuestra mente hace que muchos de estos fenómenos se encuentren a mitad de camino entre ambos grupos, o sea que no sean del todo beneficiosos o perjudiciales; es ése el caso de la inhibición latente (abreviada IL).
Se trata de una forma de evitar que fijemos nuestra atención en detalles que resulten irrelevantes en un determinado contexto, permitiendo que el cerebro no se sobrecargue de información aparentemente inútil. Dado que cada individuo percibe su entorno de manera diversa, es fácil entender que no todos presentemos el mismo nivel de inhibición latente.
En un grupo relativamente grande de personas, es muy común que una de ellas sea erróneamente acusada de obsesiva o exagerada, con sus respectivos sinónimos más o menos coloquiales. Mientras la mayoría atiende tan sólo aquellos estímulos que consideran absolutamente necesarios, alguien con un nivel muy bajo de inhibición latente no puede evitar detenerse ante una imperfección, sea física o lógica, y siente la obligación de procesar una gran cantidad de detalles para buscar sus significados y, en el caso de errores, una posible solución, aun en cuestiones que no sean de su interés.
Como sucede con otros mecanismos del cerebro, si alguien con un nivel bajo de inhibición latente es capaz de capitalizar esta condición, puede resultar en una habilidad invaluable, especialmente útil en campos donde la atención a los detalles es fundamental, tales como la música o la informática. Si, por el contrario, la imposibilidad de dejar pasar ciertos datos le significa una molestia, entonces su vida puede convertirse en un tormento.