Una lira es un instrumento musical de cuerda que se usaba en la antigüedad. El concepto proviene del vocablo latino lyra, a su vez procedente del griego lýra.
La lira presentaba entre tres y dieciocho cuerdas tensas que se ajustaban en un marco. Los músicos las tocaban con las dos manos para generar el sonido, tal como se hace con el arpa.
La mitología griega señala que Hermes fue el creador de la lira y que Orfeo se encargó de tallarla. Apolo, por otra parte, suele representarse con una lira en su mano. Este instrumento aparece a lo largo de la historia vinculado a los trovadores y a los poetas.
El arpa es uno de los instrumentos que se considera que derivan de la lira. Otros ejemplos conocidos son el laúd, la cítara e incluso la guitarra.
Más allá de la música, hay otras acepciones del término lira. Así se denominó a diferentes monedas a nivel mundial.
La lira italiana, por ejemplo, estuvo vigente en Italia entre los años 1861 y 2002, cuando fue reemplazada por el euro. En sus tres últimos años de existencia, de hecho, ambas monedas convivieron.
La lira sanmarinense, en tanto, fue la moneda de San Marino desde 1865 hasta 2002. El valor de esta divisa estaba atado al valor de la lira italiana. Lo mismo puede decirse de la lira vaticana (de la Ciudad del Vaticano). Estas tres liras eran de curso legal en dichas tres naciones.
La lira israelí (1948-1980) y la lira maltesa (1972-2007) son otras liras que ya no se utilizan. En cambio, la lira turca mantiene su vigencia.
En el ámbito de la poesía, la lira es una clase de estrofa que se compone de cinco versos. Se encuentra tanto en la métrica italiana como en la española y se divide en tres versos heptasílabos y dos endecasílabos, es decir, tres de siete sílabas y dos de once, respectivamente. La disposición de los versos a lo largo de la estrofa es la siguiente: 7a, 11B, 7a, 7b, 11B.
El primer ejemplo de lira que suele mencionarse es la obra Amori del poeta italiano Bernardo Tasso, publicada en el año 1534. Uno de sus amigos, el celebrado escritor del Siglo de Oro Garcilaso de la Vega, fue quien que introdujo la lira en la literatura española.
En el siguiente extracto de uno de sus poemas podemos apreciar el término «lira» en el primer verso:
«Si de mi baja lira
tanto pudiese el son que en un momento
aplacase la ira
del animoso viento
y la furia del mar y el movimiento…»
Se trata de una estrofa de gran importancia para la historia de la literatura española, ya que, si bien Garcilaso la utilizó una única vez, el poeta español Fray Luis de León la usó muchas veces en sus odas horacianas, aunque él también usó diferentes combinaciones de heptasílabos y endecasílabos a las cuales llamaba de la misma forma.
El religioso dedicado a la poesía mística llamado San Juan de la Cruz, que estudió con Fray Luis de León en Salamanca, elevó la lira a otro nivel, considerado por algunos expertos el más alto. Más adelante, muchos escritores comenzaron a usarlo con normalidad, aunque no siempre la hayan priorizado frente a otros tipos de estrofas.
Juan Antonio Villacañas, otro poeta de Toledo, llevó la lira a una nueva era en el siglo XX, a través de la renovación de su contenido. Para distinguirlas de las demás, sus liras se llaman sanjuaninas. En idioma portugués, el escritor Luís Vaz de Camoens la usó en varias de sus odas más importantes a lo largo del periodo conocido con el nombre de Manierismo.