Un macrófago es una célula de tamaño grande que puede fagocitar diversas partículas y destruir microorganismos. Se trata de una clase de glóbulo blanco o leucocito que también promueve el accionar de otros tipos de células del sistema inmunitario y elimina las células muertas.
Defienden el organismo
Antes de avanzar, es importante mencionar que los glóbulos blancos son células sanguíneas, al igual que los glóbulos rojos y las plaquetas. Entre los glóbulos blancos encontramos macrófagos, basófilos, monocitos, neutrófilos, linfocitos y otras células.
Retomando la idea de macrófago, surgen a modo de respuesta frente a la acumulación de células muertas o de un proceso infeccioso. Se forman a partir de los monocitos, cuando estos abandonan la circulación sanguínea y se suman a un órgano o tejido, registrando luego diversos cambios hasta transformarse en macrófagos.
Con un diámetro de unos 21 micrómetros, los macrófagos pueden reconocer, fagocitar y destruir aquellos elementos que son su objetivo. Por eso son muy relevantes en la defensa del organismo.
Al digerir un microbio, el macrófago muestra el antígeno en su superficie. De esta manera avisa al resto de los leucocitos que hay, justamente, un antígeno. Tras esta advertencia, se produce una multiplicación de glóbulos blancos que responden frente al patógeno.
La fagocitosis
Se trata de la función más importante de los macrófagos, como se menciona más arriba, que se puede describir como la acción de rodear los cuerpos extraños que entran en el organismo con su propia membrana. Entre estos cuerpos están los desechos y las bacterias de ciertos tejidos. Hay más células que entran en la categoría de los fagocitos, como ser los neutrófilos.
Una de las capacidades de los macrófagos es la quimiotaxis, o sea que pueden ser atraídos y llevados hacia una ubicación en particular donde haya una concentración de determinadas sustancias químicas. Este fenómeno puede ocurrir ante la presencia de trombina, interleucina-I, fragmentos de colágeno, calicreína, fibronectina, leucotrienos, inmunoglobulinas y elastina, entre otros.
La inflamación
Los macrófagos entran en el grupo de los componentes innatos del sistema inmunitario. Dicho de otra manera, su respuesta ante la presencia de microorganismos es natural. Entre los receptores de membrana que expresan para las varias moléculas bacterianas se encuentran los siguientes: para manosas, para glúcidos y para lipopolisacáridos.
En los vertebrados y los invertebrados, los macrófagos forman parte de la respuesta inmune a los procesos infecciosos, a causa de contar con sus receptores conocidos como barredores, que tienen una importante especificidad a ligandos (iones o moléculas unidas a un átomo metálico central), como ser proteínas, lipoproteínas, oligonucleótidos, fosfolípidos y polisacáridos aniónicos.
Presentación de antígenos
En el momento en que un macrófago fagocita un microorganismo, procesa y ubica sus antígenos en el exterior de su membrana celular. Allí tiene lugar el reconocimiento de los mismos por parte de los linfocitos T colaboradores. Seguidamente, los T generan linfoquinas para la activación de los B. Por esta razón, los macrófagos se consideran células presentadoras de antígenos
Reparación y hemostasia
El macrófago es capaz de ingerir células muertas pertenecientes al organismo en el que se encuentra alojado. Por otro lado, repara los tejidos que hayan sufrido daños luego de la reacción inmunitaria. También puede realizar la serie de mecanismos que se denominan hemostasia, que consiste en generar ciertas sustancias para llevar a cabo la coagulación, como ser trombomodulina, factores VII y XIII, proteína C y factor III.
Para la zoología
En el terreno de la zoología, por otra parte, los macrófagos son animales que comen presas de gran tamaño en comparación a su propia contextura. Estas especies suelen contar con la capacidad de dislocar sus mandíbulas para ingerir el cuerpo completo de la presa y además tienen su estructura adecuada a la deglución de la misma.