De accionar reprobable
Por lo general la idea de malandrín alude a alguien que desarrolla conductas reprobables, ya sea desde el punto de vista ético o legal. Un malandrín hace el mal, comete delitos, etc.
Por ejemplo: «Esta mañana fui a la panadería, dejé la bicicleta en la puerta por unos instantes y un malandrín me la robó», «No quiero que te juntes con ese malandrín, te llevará por el mal camino», «Los vecinos capturaron al malandrín que les estaba arrojando piedras a los automóviles».
A lo largo de estos tres ejemplos vemos diferentes situaciones en las cuales el emisor habla de un tercero calificándolo de malandrín, ya sea por sus actos en ese momento o por su reputación. El primero tiene un matiz particular, ya que no expresa claramente si la víctima del robo vio al ladrón llevándose su bicicleta; por esta razón, el uso del término malandrín no es tan preciso, sino que surge de la asunción de que alguien con estas características se quedó con su vehículo.
La segunda oración nos muestra un claro prejuicio hacia la persona de la que se habla, porque no justifica con pruebas la acusación: lo llama malandrín, probablemente por lo que ha oído de él, pero aún no ha hecho nada en contra del emisor o su interlocutor. Finalmente, se usa este adjetivo para hacer referencia a un vándalo que estaba causando daños a los vehículos en plena vía pública, un acto sin duda reprobable.
Algunos sinónimos
En varios países se utilizan términos equivalentes a malandrín con significados similares. En este sentido podemos encontrar palabras como malandro o malandra. Aunque depende del contexto y de la región, un malandrín, un malandro o un malandra es un sujeto que actúa al margen de la ley o cuyo comportamiento es cuestionable por razones morales o de civilidad.
Por otro lado podemos mencionar algunos sinónimos más generales, que no siempre nos permiten sustituir el original en cualquier contexto, pero nos brindan una mirada más amplia y profunda de sus diferentes matices: bellaco, malvado, granuja, bergante, villano, bribón y pillo se encuentran entre los más comunes. Con respecto a sus antónimos, entre los muchos que denotan un comportamiento aceptable por la sociedad, destacamos bueno, recto, respetuoso y honrado.
Dicho todo esto, es necesario señalar que, así como ocurre con otras palabras de nuestra lengua, malandrín se puede usar en tono de broma o sin hacer referencia a su significado de una forma estricta, simplemente para llamar la atención de alguien que no se comporta de una manera responsable. Incluso puede tener una cierta connotación cariñosa si se usa para hablar de alguien menor que uno, o bien de un niño.
Por ejemplo, si una persona le dice a su hijo «Ven aquí, malandrín, que tenemos que lavar esa ropa antes de que salga caminando por su cuenta», no lo está llamando «delincuente», sino que usa este término para hacer referencia a su naturaleza traviesa y para minimizar la gravedad de sus actos, que no son preocupantes porque no incluyen la violencia sino el descuido personal y el exceso de actividad física.
Malandrín medieval
Se conoce como malandrín, por otra parte, a quien integraba una compañía libre o compañía blanca (un ejército de mercenarios) en la Edad Media. Habitualmente la noción de malandrines menciona a quienes combatieron bajo las órdenes de Bertrand du Guesclin (o Beltrán Duguesclín) apoyando a las fuerzas de Enrique II de Castilla en la llamada Primera guerra civil castellana que se extendió entre 1351 y 1369.
Los malandrines solían ser delincuentes y soldados retirados. En su accionar cometían todo tipo de excesos, con lo cual eran temidos.