La misantropía es una actitud o conducta que se caracteriza por el rechazo a tratar con otros seres humanos. El término procede del vocablo griego misanthrōpía.
El misántropo experimenta una aversión hacia las personas en general. No se trata de disgusto por un individuo en particular o por un grupo de sujetos, sino por el género humano en su conjunto debido a ciertas características de la especie.
Existen diferentes grados de misantropía, que a su vez puede expresarse en diversos ámbitos y de múltiples maneras. Un misántropo puede desde limitarse a expresar críticas sociales hasta incurrir en asesinatos masivos.
A lo largo de la historia se les ha atribuido misantropía a una gran cantidad de hombres y mujeres. Incluso a personalidades como el filósofo Arthur Schopenhauer y el escritor H. P. Lovecraft.
De acuerdo a la psicología, la misantropía no es un trastorno mental. Los expertos advierten, sin embargo, que puede vincularse a una enfermedad psiquiátrica subyacente. La misantropía, por otra parte, carece de una causa orgánica.
Es habitual que la misantropía se desencadene cuando la persona siente que la sociedad no la trata como se merece o de manera adecuada. Esto lleva al aislamiento y a rechazar los vínculos sociales.
Quienes tienen un elevado coeficiente intelectual podrían tener una mayor tendencia a la misantropía, ya que suelen estar en condiciones de resolver sus problemas sin ayuda y sienten que, al socializar, pierden el tiempo. Las ciudades de gran tamaño, por otro lado, contribuyen a la misantropía debido a que las relaciones con los demás suelen ser intrascendentes.
Características más comunes de la misantropía
Manipulación sin remordimientos
Una de las concepciones erróneas más generalizadas acerca de las personas misántropas es que siempre se aíslan del resto. Por el contrario, existen aquéllas que prefieren manipular a los demás para obtener beneficios. Esto se relaciona con la psicopatía porque no parece haber obstáculos morales que les impidan llevar a cabo sus planes.
Sadismo
La misantropía lleva a la falta de piedad ante el sufrimiento de los demás, ya que no lo relaciona con la moral, a menos que acarree un perjuicio a quien lo provoca. En otras palabras, los misántropos pueden igualar el daño a su entorno con una especie de juego, con la posibilidad de experimentar.
Sentimiento de superioridad
Es importante señalar que esto no se relaciona directamente con las habilidades reales de los individuos misántropos sino que es una idea absolutamente subjetiva. Para ellos, todos los demás se encuentra por debajo de ellos, es una verdad que ni siquiera cuestionan o revisan.
Menosprecio por las normas
Si entendemos las normas sociales como una herramienta para asegurar o garantizar el bien común, sobra decir que los misántropos no estarán de acuerdo con esta idea. Lo único que importa es sus intereses, aquello que pueda beneficiarlos a ellos.
Apatía
La muerte de los demás o el hecho de que alguien cercano deba mudarse lejos por cuestiones de fuerza mayor no suelen causarle nada a una persona con misantropía. En algunos casos, solamente siente empatía por su propia familia, aunque también hay quienes se muestran duros como rocas ante cualquier sufrimiento ajeno.
Desprecio por la política
Esto se relaciona con la actitud de los misántropos frente a las normas: cualquier medida o movimiento que ayude a los demás no tiene valor para ellos.
Construcción de una moral propia
Para sostener esta personalidad tan compleja y retorcida, la misantropía conduce a la creación de una serie de reglas absolutamente propias, que justifiquen el desprecio, la falta de empatía y la sensación de superioridad. Dentro de esta estructura única, cualquier juicio es válido, cualquier actitud es correcta.