En el lenguaje cotidiano, la idea de modo de acción alude a la manera en la cual se desarrolla un proceso o se concreta un acto. El concepto se refiere a las características o a las cualidades de un funcionamiento o de una metodología.
Por ejemplo: “Los expertos sugieren a los agricultores utilizar pesticidas con diferentes modos de acción para maximizar la eficacia”, “Los chicos escucharon con atención cómo el profesor les explicó los distintos modos de acción de los instrumentos”, “Todavía no comprendo el modo de acción de esta máquina, pero ya aprenderé”.
El modo de acción de una sustancia tóxica, en este marco, refiere a los signos que aparecen en un organismo como resultado del contacto con ella. En el modo de acción subyace un mecanismo de acción, vinculado a las reacciones químicas generadas.
Un tóxico con un modo de acción específico inhibe o altera ciertos procesos biológicos a través de su unión a determinadas moléculas. Cuando la sustancia provoca un daño generalizado que produce necrosis, se habla de un modo de acción no específico.
Clasificar los insecticidas y los acaricidas de acuerdo con su modo de acción (cuya sigla es MdA) es muy útil para los productores, agricultores, profesionales y técnicos que deban afrontar la interminable tarea de proteger los cultivos de las especies destructivas. Se trata de una guía a la que pueden acceder para complementar su estrategia de manejo de resistencia a insecticidas (MRI) de forma sostenible y eficaz.
La resistencia a un insecticida o un acaricida se puede entender como un cambio en la sensibilidad que los miembros de una determinada población hereda. Este concepto se enmarca en las llamadas plagas, que muy a menudo consiguen que los productos diseñados especialmente para su eliminación dejen de funcionar, con la consecuente disminución de los niveles de control que prometen las recomendaciones de uso presentes en los envases y etiquetas.
El modo de acción adecuado se consigue no sólo usando el producto adecuado, sino también respetando el resto de las instrucciones, como ser la cantidad y la periodicidad de su aplicación. De hecho, es muchas veces el abuso de un determinado insecticida la causa de una situación de resistencia por parte de ciertos individuos de una especie, la cual avanza de por medio de la evolución hasta que alcanza una población entera.
En el terreno de la música, el modo de acción hace mención a las formas de accionar sobre un instrumento para que suene. Soplar, golpear, pulsar, frotar o sacudir son algunos de estos modos de acción.
Por lo general, cada instrumento tiene un solo modo de acción, pero esto no siempre es así. Algunos pueden operarse de más de una forma, como ocurre con el violín, un caso especial en el que también entra el concepto de mediador, un elemento que actúa directamente sobre el material que vibra de un instrumento. En otras palabras, ciertos instrumentos requieren el uso de un objeto para producir el sonido; tal es el caso de las baquetas del tambor, la púa de la guitarra, el arco del violín y la boquilla de varios instrumentos de viento.
Retomando el caso especial del violín, en su clasificación académica oficial se considera un instrumento de cuerda (esta es la familia a la que pertenece) y su modo de acción es cuerda frotada. Para ejecutarlo es necesario hacer uso del mediador conocido como arco; sin embargo, en muchas obras existen pasajes en los que debe usarse la mano directamente sobre las cuerdas, tal y como se hace con la guitarra, un instrumento cuyo modo de acción es cuerda pulsada.
La gramática, por último, también recurre a la noción de modo de acción, según indica la Real Academia Española (RAE) en su diccionario. En este caso, el modo de acción es un aspecto que tiene una manifestación léxica.
