Se denomina multicausalidad al principio que sostiene que un fenómeno siempre cuenta con múltiples causas. La idea de causa, en tanto, refiere al origen o el motivo de algo.
La multicausalidad indica que los eventos tienen distintos fundamentos. No hay una única causa que produce el efecto en cuestión, sino que se llega a esa consecuencia por la acción de diversos factores.
Por lo general se acepta que esas causas se encuentran ordenadas, están vinculadas e interactúan entre sí. La noción de multicausalidad aparece tanto en el terreno de las ciencias sociales como en el ámbito de las ciencias naturales.
Multicausalidad de diversos fenómenos
Una crisis económica, por ejemplo, puede ser explicada desde la multicausalidad. Supongamos que un país atraviesa un periodo de contracción de su economía relacionado a la caída del precio internacional de los productos que exporta. Ese derrumbe del precio, a su vez, se asocia a un cambio en los aranceles impositivos que dispuso una potencia mundial. Como se puede apreciar, la crisis tiene más de una causa.
La inseguridad también es un fenómeno atravesado por la multicausalidad. La falta de oportunidades laborales; los problemas educativos; el crecimiento de la venta y del consumo de drogas; y la escasez de recursos de las fuerzas de seguridad son algunas de las razones que pueden explicar el aumento del delito.
La multicausalidad, por otro lado, se esgrime a la hora de aludir a lo que lleva a la depresión. En este síndrome que se caracteriza por la tristeza y el abatimiento se combinan cuestiones genéticas y biológicas con elementos psicosociales.
Distintos elementos concurrentes
Cuando pensamos en el concepto de causa, por lo general usamos una visión unitaria: una cosa da lugar a otra. Si bien puede tratarse de una acción, de un fenómeno natural o de un accidente, es común que pensemos en que a cada extremo hay solamente un elemento. Una situación de las más simples es una quemadura por tocar el fuego: hay una acción que desemboca en una lesión, y con esto nos parece suficiente para evitar el infortunio.
Sin embargo, en ciertas áreas de la ciencia, e incluso en el ejemplo de la quemadura, no basta con analizar la causa más evidente, y es entonces cuando surge la necesidad de abordar los problemas pensando en la multicausalidad. De hecho, no debemos separar ambos conceptos, ya que se trata de dos versiones del mismo, y en ambos casos nos brindan una visión que se opone a la superstición y las creencias antiguas de que las cosas sucedían porque los dioses así lo decidían. Tanto las enfermedades como las cosechas exitosas, en la actualidad se pueden explicar mediante redes complejas de eventos interrelacionados, pero en el pasado se aceptaban como parte del designio divino.
La multicausalidad de la pandemia de COVID-19
El año 2020 se caracterizó por la extensión de la COVID-19, una enfermedad viral que causó multitud de muertes en todo el mundo y alteró la organización social de una forma inesperada. A simple vista, podemos decir que su causalidad en un individuo es que contraiga la enfermedad, es decir, que se exponga al virus conocido como coronavirus (el SARS-CoV2); sin embargo, si pensamos a nivel poblacional, debemos conjugar muchas más causas para explicar la propagación, el aumento de ciertas regiones o franjas etarias, etcétera, y es por eso que se debe hablar de multicausalidad.
Por ejemplo, la propagación en un grupo dado podría explicarse a partir de la cantidad de casos confirmados, si fuera demasiado elevada. En otro, en cambio, podría vincularse a la falta de responsabilidad de quienes se niegan a cumplir con las medidas de prevención, que en este caso incluían el uso de una mascarilla y el distanciamiento social. La exposición a ciertos focos de contaminación podría ser otra causa. Todas ellas, y muchas otras, se deben incluir en la multicausalidad de esta enfermedad.