La nube de Öpik-Oort es una formación de apariencia externa esférica (e interior de aspecto toroidal y conocido popularmente como nube de Hills) que se sitúa en el límite del sistema solar.
Está conformada por una enorme cantidad de objetos transneptunianos y ha sido bautizada con los apellidos de dos destacados astrónomos: Ernst Öpik (un estudioso de meteoroides, asteroides, cometas y otros cuerpos celestes que llegó a sostener que, tras la órbita de Plutón, existían cometas orbitando en la estructura que sería nombrada en su honor) y Jan Oort (neerlandés que investigó en profundidad a la Vía Láctea y también postuló que los cometas procedían de una zona especial, la nube que le proporcionaría reconocimiento eterno).
Origen y características de la nube de Öpik-Oort
Son interesantes los estudios vinculados al origen y a las características de la nube de Öpik-Oort.
Se cree, por ejemplo, que esta formación data de hace más de mil millones de años y que surgió como un resto o una sobra del disco protoplanetario constituido en torno al sol. Hace no mucho tiempo se determinó que hay compatibilidad entre el nacimiento de esta zona y la hipótesis que marca que el sistema solar brotó de un cúmulo de estrellas: de comprobarse esta conjetura, quizás las perturbaciones dentro de la nube de Öpik-Oort se deban a la influencia de las primeras integrantes del grupo estelar.
No se descarta tampoco que el disco disperso sea la fuente de procedencia principal de los elementos agrupados en esta nube, aunque hay que seguir investigando. Al ir profundizando conocimientos relacionados a ella adquiere relevancia el cinturón de Kuiper (disco circunestelar que presenta semejanzas con el cinturón de asteroides), estableciéndose entre ambos una comparación de la cual se obtienen similitudes y diferencias.
Respecto a su forma externa, los expertos en el tema indican que es esférica por acción de la marea galáctica y la interacción gravitatoria estelar, factores que influyen en las órbitas vinculadas a los cometas. Por el momento, en tanto, no hay certezas en cuanto a su masa: se calcula que sería el quíntuple que la que posee la Tierra, aunque hay vacilaciones científicas dado que hay quienes sostienen que su masa podría ser bastante menor a la estimada.
Cometas y otros objetos
La capa externa de la nube de Oort, señalan rigurosas apreciaciones, está escasamente enlazada al sol y se concibe como el germen de la gran mayoría de los cometas de periodo largo. No ocurriría así con los cometas de periodo corto, procedentes en su mayoría del disco disperso o bien del cinturón de Kuiper (aunque en este último caso la cantidad es escasa a raíz de la estabilidad de la órbita). Al escapar del disco disperso y quedar sujetos al poder gravitatorio de planetas exteriores, los cometas se transforman en centauros, los cuales penetran en los fondos del sistema solar y pasan a integrar el conjunto de los cometas de periodo corto. En este segmento se diferencia entre cometas tipo Halley (propios de la nube de Oort, siendo originalmente cometas de periodo largo que, en la fase previa a su destino dentro del sistema solar interior, fueron captados por la gravedad de diferentes planetas gigantes) y cometas de la rama de Júpiter (nacidos, casi en su totalidad, en el disco disperso).
Se sospecha que en la región interna de esta estructura hay muchos más elementos y que la llamada nube de Hills se encarga de reabastecer a la franja exterior a medida que se agotan los objetos (algunos de ellos, rocosos) presentes en la nube de Öpik-Oort.
Es enriquecedor tener en cuenta que, más allá de los cometas, dos pares de objetos están considerados como parte de ella, entre ellos los objetos transneptunianos 2008 KV42 (cuya órbita es retrógrada) y el 2006 SQ372. También figuran el 90377 Sedna (objeto que, desde la perspectiva de algunos astrónomos, reúne condiciones para ser enmarcado dentro del grupo de los planetas enanos) y el 2000 CR105 (al igual que sucede con el Sedna, su distancia de perihelio no está bajo el poder gravitatorio de Neptuno).
Hipótesis Némesis, cercana a la nube de Öpik-Oort
Un grupo de investigadores planteó, en 1984, la posibilidad de definir al sistema solar como un sistema binario. Némesis se bautizó a la hipotética enana marrón que sería la compañera estelar, la hermana gemela, de nuestro sol. Más tarde se validó la idea de catalogarla como un agujero negro y, después de los años 2000, se expuso la chance de que exista un muy alejado planeta gigante responsable de que muchos cometas llegados al sistema solar interior emanen de un área muy específica de la nube de Oort.
Las extinciones que, a lo largo de la Historia, han tenido lugar en la Tierra se analizaron para, en función de su periodicidad, respaldar (o no) la teoría de la esencia binaria del sistema solar. De existir realmente, Némesis pasaría por la ya citada nube de Oort cada 26 millones de años, generando en ese contexto que una amplia cantidad de elementos sean despedidos con una potencia suficiente como para provocar serios impactos.