Se conoce como particularismo a la tendencia que se manifiesta al privilegiar el interés particular por encima del interés general. También se menciona como particularismo a la preferencia a actuar de acuerdo al propio albedrío.
Una doctrina filosófica
En el terreno de la filosofía, el particularismo es una doctrina que sostiene que las teorías abstractas y de pretensión universal resultan falibles ya que todo depende de las cuestiones específicas de cada caso particular.
El particularismo, en este sentido, lleva a reflexionar acerca de las pautas vinculadas al razonamiento práctico. En muchos ámbitos, sostienen quienes defienden esta postura, se necesita un juicio de tipo holístico para realizar una comparación entre los motivos contextuales e históricos que existen en contra y a favor de un postulado.
En historiografía
Para la historiografía, el particularismo supone defender una condición particular ante una tendencia absolutista y unificadora. Esto suele vincularse al estudio de las monarquías del Antiguo Régimen. Más ampliamente, podemos decir que se usa en el contexto de la historia europea de Occidente para dar forma a una particularidad estamental, local o religiosa, entre otras, oponiéndola a la unificación, el absolutismo y la centralización propias de la monarquía autoritaria.
Hablando de Francia, por ejemplo, la historiografía tradicional señala que su historia surgió a modo de una construcción de nación, o sea que su identidad se forjó gracias al poder estatal, y se finalizó recién en el contexto de la Revolución. Por esta razón, todo lo que en apariencia fuera opuesto a este proceso se solía entender como retrógrado. Todo particularismo estamental o local se definía de esa manera, sobre todo en el marco de la Revolución.
Pasando a la historia española, el particularismo se puede apreciar desde el Medievo. De esta manera se han entendido sucesos como los siguientes: en el siglo VI, cuando Hermenegildo se sublevó contra sus padre, el monarca Leovigildo; en el siglo IX, la independización de las tierras pirenaicas del Imperio carolingio; en los siglos IX y X, cuando los muladíes y los bereberes se sublevaron frente al emirato de Córdoba; entre el siglo XIII y el XVI, el surgimiento de los reinos de taifas; en 1520, la guerra de las Comunidades de Castilla.
Particularismo histórico
Franz Boas (1858-1942), por su parte, recurrió a la noción de particularismo histórico en el ámbito de la antropología. Boas afirmó que una sociedad siempre es una representación colectiva de una historia que es particular y única. De este modo se opuso al evolucionismo, que atribuía un mismo camino de desarrollo a todas las sociedades.
Con el particularismo histórico, Boas evidenció que distintos pueblos pueden lograr un nivel de desarrollo similar siguiendo diferentes vías. Es decir, teniendo un pasado que le es propio a cada uno.
Particularismo moral
El particularismo moral, en tanto, minimiza o rechaza los principios éticos de una comunidad debido a que considera que se deben tener en cuenta las circunstancias específicas de cada caso particular. El generalismo moral, en cambio, manifiesta que la respuesta moral trasciende al caso particular y tiene que encuadrarse en una serie de principios compartidos socialmente.
Desde el punto de vista tradicional del particularismo moral, se cree que el pensamiento moral no tiene una estructura bien definida. Los más extremistas rechazan completamente los principios morales en esta teoría, ya que los consideran innecesarios. A menudo, se cree que el uso de estos principios es contraproducente, ya que los particularistas morales confían en que en cada caso se usen los que se crean adecuados. El filósofo británico Jonathan Dancy señala que de cada caso, sin importar que se trata de uno imaginario o de uno real, se desprenden ciertas ideas morales.