Un pecado es una trasgresión voluntaria de los preceptos religiosos. El término, que proviene del latín peccatum, implica la violación de normas morales y puede tener distintos grados de seriedad.
Para el cristianismo, el pecado es el alejamiento del hombre de la voluntad de Dios, que aparece recogida en los libros sagrados (la Biblia). Cuando las personas violan algunos de los mandamientos divinos, cometen un pecado. La forma de subsanar este error es a través del perdón y del sacramento de la confesión.
Tipos de pecado
Es posible distinguir entre distintos tipos de pecado. El pecado original es el primero cometido por Adán y Eva, los padres de la Humanidad, cuando desobedecieron el mandato de Dios y comieron del árbol prohibido, luego de haber sido persuadidos por una serpiente, la cual simboliza el mal encarnado. La Iglesia Católica sostiene que todos los seres humanos nacen con el pecado original, una culpa que debe ser expiada mediante el bautismo.
El pecado mortal, por otra parte, es aquél que se comete con conocimiento pleno de estar violando el mandamiento de Dios en una materia grave (como un asesinato o un secuestro), mientras que un pecado venial es menos serio (debilita la relación con Dios, pero no la rompe).
Por último, se encuentran los pecados capitales, que son aquéllos de los cuales se desprenden los demás tipos, y son los siguientes siete: la lujuria, la gula, la avaricia, la pereza, la envidia, la ira y la soberbia.
En los Estados teocráticos, los pecados pueden condenarse con la privación de la libertad, la tortura y hasta la muerte. Algunos territorios que pertenecen a esta clase en la actualidad son Israel, Arabia Saudita, Irán y la Ciudad del Vaticano.
El concepto más allá de la religión
Resulta interesante señalar que el uso del término pecado no es privativo de las personas religiosas, aunque en el caso de los ateos y los agnósticos suele existir un grado de comprensión mucho menor de las características y las consecuencias de una infracción de esta naturaleza. De hecho, para quienes no abrazan ninguna religión, es posible utilizar esta palabra con total ligereza, incluso en tono de burla, mientras que un cristiano, por ejemplo, conoce en detalle el peso y el contenido del concepto.
El miedo a cometer un pecado es una de las sensaciones que acompañan a muchas personas que viven o han vivido la religión muy intensamente. Es muy comprensible que luego de una educación basada en estructuras que no se deben romper y en reglas que se deben cumplir, la mera idea de salirse del esquema establecido por los mayores parezca peligrosa, aunque muchos encuentren un matiz muy atractivo en dicha transgresión.
Pecado y delito
Debe distinguirse un pecado de un delito: el primero decepciona a una deidad, a un ser superior y creador de la vida; el segundo, en cambio, implica el incumplimiento de una serie de normas establecidas por el propio ser humano.
Si bien una misma acción puede caer en ambas clasificaciones, si el responsable es una persona religiosa, no solamente deberá pagar la pena que decida un juez, sino que sufrirá por haber faltado a su máxima autoridad, a su Padre, y eso le pesará mucho más que el padecer mundano.
Otros usos de la noción
Fuera del ámbito religioso, ciertos excesos o defectos suelen ser considerados como pecados; por ejemplo, se dice que desperdiciar comida es un pecado, dado que vivimos en el mismo planeta que los millones de personas que mueren de hambre.
Por otro lado, el término se suele utilizar en contextos menos serios para lamentarse de una situación sin mucha importancia, generalmente cuando se habla de alguna persona que no aprovecha alguna posibilidad. En estos casos, puede ser reemplazado por lástima, otra palabra que puede expresar un amplio rango de gravedad.