La periodización es el acto y el resultado de periodizar. Este verbo (periodizar), por su parte, alude al establecimiento de periodos para circunscribir procesos históricos o de otro tipo.
A través de la periodización, por lo tanto, se divide la historia en diversas épocas o etapas. Esta segmentación también puede llevarse a cabo en el arte, la ciencia y otros ámbitos.
Periodización de la historia
En lo referente a la historia como la disciplina centrada en el estudio de los hechos del pasado, existen distintos modos de periodización. Uno de los más frecuentes y amplios fue propuesto por el alemán Cristóbal Cellarius (1638-1707), quien dividió la historia en tres edades: la Edad Antigua, la Edad Media y la Edad Moderna.
La periodización de la prehistoria, en tanto, incluye la diferenciación entre la Edad de Piedra y la Edad de los Metales (a su vez formada por la Edad del Cobre, la Edad del Bronce y la Edad del Hierro). El marxismo, por su parte, recurre a una periodización de la historia distinguiendo entre la etapa del comunismo primitivo, el modo de producción esclavista, el modo de producción feudal y el modo de producción capitalista, que debería ser superado por un nuevo comunismo según esta ideología.
El término en la geología
La geología es otra ciencia que apela a la periodización. En este marco se puede hablar de eras geológicas como el Eoarcaico, el Paleoarcaico, el Mesoarcaico, el Neoarcaico, el Paleoproterozoico, el Mesoproterozoico, el Neoproterozoico, el Paleozoico, el Mesozoico y el Cenozoico.
Una periodización, en definitiva, toma como punto de partida cuestiones cronológicas y busca rasgos en común para generar sus agrupaciones. Una vez establecida, la periodización puede facilitar el estudio de múltiples temas y la difusión del conocimiento.
La periodización en la Biblia
En el caso de la Biblia, el concepto de periodización también tiene una gran importancia. No olvidemos que a lo largo de los muchos libros que la componen se narra la historia de la humanidad desde sus orígenes hasta su final, aunque no debamos entenderla de forma literal.
El apóstol San Pablo, también llamado Pablo de Tarso, llevó a cabo una división teológica que sirve como referencia para estudiar este tema en particular, porque establece las siguientes tres edades: una que se extiende desde la Creación hasta la época de Moisés, la cual se denomina bajo la naturaleza; otra que se rige por la ley de Moisés y se llama, precisamente, bajo la ley; la era cristiana, que también conocemos como la edad bajo la gracia.
Si bien la división en edades de San Pablo fue muy usada a lo largo de la Edad Media para el estudio teológico de la periodización de la Biblia, fue el trabajo de San Agustín el que consiguió más relevancia. La división de San Agustín se basó en los seis días que le tomó a Dios crear el mundo, y así dio con las seis edades del mundo, las cuales se pueden distinguir por los siguientes hitos:
* la creación misma;
* el diluvio universal, que causó una inundación catastrófica mencionada por diversas culturas del pasado;
* la historia de Abraham, cuya vida supone un ejemplo de fe en Dios;
* el mandato del rey David;
* el cautiverio de Judá en Babilonia, un momento de gran importancia para la historia de la religión, que se incluye en el juicio que Dios emitió contra su pueblo;
* el nacimiento de Jesús.
La última edad se extiende hasta que el Mesías nos visite por segunda vez para juzgarnos cuando tenga lugar el final de los tiempos. Fueron muchos los estudiosos que se inspiraron en esta división de San Agustín, y en algunos casos se consideró una séptima edad que contenía la consumación del mundo.