El pretérito imperfecto es un tiempo verbal del castellano y de otras lenguas romances. Se utiliza para aludir a una acción que se llevó a cabo simultáneamente a otra del pasado; a un acto que continúa en el presente; o a una práctica que era repetitiva y frecuente tiempo atrás.
Por lo general se indica que las limitaciones temporales del estado descripto en el pretérito imperfecto no son importantes. Su formación se realiza con la raíz del verbo más una desinencia que varía según la conjugación: -aba/-abas/-ábamos/-abais/-aban/-ía/-ías/-íamos/-íais/-ían.
Analicemos un ejemplo: “Conversábamos en el jardín cuando comenzó a llover”. Como se puede advertir, el verbo en pretérito imperfecto (“conversábamos”) refiere a una acción que se estaba desarrollando en el mismo momento en que se inició otra diferente (“comenzó a llover”).
En este caso podemos estudiar de cerca las diferencias temporales entre el pretérito imperfecto y el pretérito perfecto simple. La acción del sujeto (nosotros, primera persona singular) comienza en un punto y se extiende, probablemente a lo largo de varios minutos, como suele ocurrir con las conversaciones; esto puede trazar un segmento en la recta del tiempo, que es infinita como toda recta. En un punto entre su comienzo y su final, tiene lugar el comienzo de la lluvia: «comenzó» sucede solamente una vez, no se extiende, y por eso se usa el pretérito perfecto simple en vez del imperfecto.
Valiéndonos de esta misma oración también podemos entender que ciertos verbos son más compatibles con algunos tiempos que con otros. Por ejemplo: el verbo comenzar puede usarse en pretérito imperfecto, pero sobre todo en textos literarios, para enfatizar la idea de «nacimiento» u «origen» de una era, mientras que en el habla cotidiana suele conjugarse en tiempos más tajantes, que hagan referencia a un punto y no a un período. De este modo, surgen frases como «comenzó», «ha comenzado», «había comenzado» aunque también sea válido decir «comenzaba a sentirse incómodo».
Tomemos otro caso: “Cuando era niño veraneaba en la Patagonia”. El hablante señala que, en su infancia, solía pasar los veranos (“veraneaba”) en una cierta región. El uso del pretérito imperfecto sugiere que lo nombrado era habitual.
Es importante señalar que el uso del pretérito imperfecto para señalar un hábito del pasado es menos formal que el uso del verbo soler acompañado del verbo principal en infinitivo: «solía veranear» es más correcto que «veraneaba», ya que esta última conjugación da la idea de una acción continua en el tiempo y no de una costumbre esporádica. Sin embargo, en el habla cotidiana se entiende perfectamente el significado de oraciones como la del ejemplo anterior, aunque no sean académicamente correctas.
Es importante mencionar que el pretérito imperfecto también se utiliza para indicar una acción en presente de una manera cortés. Este uso es común en las comunicaciones telefónicas: “Lo molestaba para saber si están disponibles los resultados de mis estudios” (la molestia a la que alude el individuo sigue en curso).
El verbo llamar es uno de los más usados en pretérito imperfecto para aumentar su grado de formalidad aunque, al igual que en el caso de «veraneaba», no se trate de una decisión que responda a los fundamentos teóricos de la conjugación. La oración «La llamaba para que hablemos del contrato», quizás debería expresarse con el verbo llamar conjugado en pretérito perfecto («la he llamado») o incluso omitiéndolo, ya que la receptora sabe perfectamente que ha recibido una llamada, de manera que este dato no es relevante.
Más oraciones en pretérito imperfecto: “Jugábamos sin preocupaciones pese la tormenta”, “Reíamos mucho por entonces”, “Lo llamaba para que coordinemos una nueva reunión”, “Mi abuelo iba demasiado seguido al casino”, “Dormía cuando la explosión me sobresaltó”.