Para la medicina, la prevención consiste en el desarrollo de acciones que permiten impedir o reducir el impacto de una enfermedad. Es posible diferenciar entre varias clases de prevención según sus características.
Mejorar la calidad de vida
Se denomina prevención terciaria a aquella que apunta a aplazar o minimizar las secuelas y los efectos de una enfermedad que un individuo ya contrajo. Estas iniciativas buscan que el sujeto alcance una mejor calidad de vida.
Los diferentes tipos de prevención se estructuran u organizan de acuerdo al grado de progreso del trastorno. La etapa inicial es la prevención primaria, dirigida a una persona sana con la intención de imposibilitar la adquisición de una enfermedad. Luego aparece la prevención secundaria, destinada a detectar el mal en un estadio temprano para permitir un abordaje inmediato.
La tercera instancia es la prevención terciaria, que se enfoca en el tratamiento y en la rehabilitación. Como se puede advertir, en este momento el paciente ya tiene la enfermedad en un estado avanzado, por lo cual lo ideal es no tener que llegar a esta fase. Finalmente, muchos especialistas aluden también a la prevención cuaternaria, vinculada a las recaídas.
La prevención terciaria, en definitiva, tiene la finalidad de disminuir y restringir las discapacidades y los trastornos que irrumpen y se acentúan a medida que una enfermedad se va agravando.
Tratamiento y rehabilitación
El concepto de tratamiento se define como todos aquellos medios que persigan curar o aliviar una enfermedad o algunos de sus síntomas. Puede tratarse de la administración de fármacos, de la práctica de una cirugía o de la desinfección de una herida, entre otros. En la actualidad existe una larga lista de tratamientos específicos, como ser los siguientes: fisioterapia, logopedia, ortopedia, quimioterapia y sueroterapia.
La rehabilitación, por otra parte, es el grupo de medidas de los ámbitos profesional, educativo y social que se llevan a cabo para devolverle al paciente sus capacidades y su independencia, dentro de las posibilidades de la afección que se las haya limitado. Forma parte de la asistencia sanitaria y se enfoca tanto en los aspectos físicos como en los psicológicos de la persona.
Ejemplos de prevención terciaria
Un ejemplo de prevención terciaria son las actividades indicadas por un médico a un paciente que sufrió un accidente cerebrovascular o un infarto agudo de miocardio. En estos casos, el inconveniente ya se produjo y el experto debe tratar que la persona recupere, en la medida de lo posible, su vida previa al incidente.
También se aplica este tipo de prevención a personas que hayan sufrido una lesión que les impida continuar con su vida de forma normal. Precisamente, la prevención terciaria debe ofrecerles diferentes servicios de apoyo para que puedan rehabilitarse al mismo tiempo que tratan el problema que ha afectado de forma negativa su calidad de vida, teniendo entre sus principales objetivos que no tenga lugar un deterioro a nivel físico o psíquico en el paciente.
Otro caso en el que la prevención terciaria es útil es la discapacidad que pueda ocasionar ciertas complicaciones, como ocurre con las úlceras por presión. Este concepto (también conocido por el nombre de úlceras de decúbito) hace referencia a aquellas lesiones que aparecen en el tejido inferior y en la piel a causa de una presión que se mantiene a lo largo de un período extenso de tiempo. Por lo general, éstas se dan en pacientes con condiciones que limitan su movilidad y que las fuerzan a estar sentadas o acostadas. Las partes del cuerpo más afectadas por estas úlceras suelen ser el coxis, los tobillos, las caderas y los talones, entre otras donde los huesos estén muy próximos a la superficie.