Quienquiera es un pronombre indeterminado que se utiliza para señalar a un sujeto impreciso, sin referirse a un individuo en concreto. Este pronombre puede ubicarse antes o después del verbo.
Por ejemplo: “Quienquiera que haya sido el que estuvo revisando mi cajón, me las va a pagar”, “Dicen que quienquiera que beba agua de esta fuente, recupera la juventud de manera inmediata”, “Este talismán otorga poder ilimitado a quienquiera que lo posea”.
Como se puede apreciar en estos ejemplos, el pronombre quienquiera permite nombrar a una persona que, por algún motivo, no se puede identificar. En el primer caso, la dueña del cajón que ha sido revisado amenaza al responsable del acto, individuo al cual aún no ha identificado. La utilización del pronombre señala que no le importa quién haya sido: de todas formas, lo castigará.
En el ejemplo de la fuente de la juventud, quienquiera refiere a que el poder mágico no discrimina: cualquier persona que beba su agua, recibirá el beneficio. Lo mismo puede decirse respecto al ejemplo del talismán.
Usos del término quienquiera
Tomemos el caso del entrenador de un equipo de fútbol que indica: “Quienquiera que sea el delantero contratado por el club, tendrá que trabajar duro en los entrenamientos si quiere jugar en este equipo”.
Con esta expresión, el director técnico está advirtiendo que no importa qué jugador sea contratado: sea quien sea, deberá cumplir con las normas del equipo y esforzarse para ganarse un lugar. Distinto sería el caso si el entrenador afirmara: “Si Gómez es contratado por el club, sin dudas jugará en todos los partidos”.
Es importante señalar que el uso del término quienquiera no es muy común en el habla cotidiana, sino que suele encontrarse en la literatura, la prensa y el cine. En su lugar, una conversación informal puede recurrir a una construcción tal como «sea quien sea», «no me importa quién sea» o «cualquiera que», entre otras muchas, siempre dependiendo del contexto.
La importancia de la comprensión
Un error muy común en la escritura del pronombre quienquiera es separarlo en dos partes, «quien» y «quiera». Se trata de un fenómeno que tiene lugar con muchas otras palabras, y que puede generar confusiones, aunque lo más grave es la falta de comprensión que denota por parte de quien lo comete. Escribir este término en dos partes demuestra que no entendemos qué tipo de palabra es ni, por lo tanto, cuál es su función en su contexto.
Las consecuencias de no conocer con precisión los significados y las funciones de una palabra son básicamente tres: no poder aprovechar todas las posibilidades que nos brinda a la hora de usarlas en una oración; transmitir mensajes confusos o incorrectos, que deriven en una incomprensión por parte de los interlocutores; y malinterpretar mensajes procedentes de otras personas en los cuales se utilice la misma palabra.
El desarrollo de nuestras capacidades cognitivas, aquellas que están ligadas al procesamiento de la información que se desprende de nuestro entorno, atraviesa diversas etapas a lo largo de nuestro crecimiento. En un principio, lo normal es que sólo consideremos todo aquello que podemos ver, oler, tocar, oír y saborear a nuestro alrededor; en otras palabras, comenzamos siendo conscientes de lo que podemos percibir a través de nuestros sentidos.
Sin embargo, tarde o temprano nos volvemos capaces de procesar datos ambiguos, de pensar en conceptos abstractos, de poner como sujeto a un ser que nunca hemos visto, o que no sabemos si existe; es ahí cuando el uso del término quienquiera comienza a tener lugar, para describir a aquellos que quizás desconocemos aunque con atributos de seres reales, asumiendo que tienen ojos, brazos, que caminan y hablan, por ejemplo.