Rebenque es el nombre que recibe el látigo que, en América del Sur, se utiliza para azotar a los caballos. Se trata de un látigo de escasa extensión, hecho de cuero y con mango fabricado en madera, que se emplea para forzar al caballo a avanzar o a desplazarse más rápido.
En la antigüedad, el rebenque también se utilizaba como arma en peleas cuerpo a cuerpo. Los gauchos podían tomar un cuchillo con una mano y el rebenque con la otra, incrementando sus chances para herir al oponente.
Debido a que, por lo general, se desplazaban a caballo por la región pampeana, los gauchos solían llevar siempre un rebenque consigo. De esta forma, el rebenque era parte de los accesorios y de la indumentaria de uso cotidiano, como el facón o el poncho.
Tipos de rebenque
De acuerdo a sus características, los rebenques pueden clasificarse de distintas maneras. El rebenque de argolla es aquel de mango corto, hecho con hierro o madera de gran dureza. Otros tipos de rebenque son el arreador y el talero. Veamos sus principales características a continuación:
- Rebenque de argolla: se trata de la clase más primitiva, aunque continúa siendo la preferida para trabajar el campo a caballo, y también por domadores y troperos. De la argolla que tiene en el extremo superior pende una pulsera que permite tener el rebenque colgado a la muñeca.
- Rebenque arreador: es el más importante de los rebenques y látigos, y lo usan los jefes, razón por la que simboliza el rol de mando y, sobre todo en el pasado, tenía el propósito de acentuar la jerarquía de los trabajadores.
- Rebenque talero: tiene un mango grueso y largo, con una manija bastante más dura que la presente en otros tipos de rebenque. Entre las actividades para la que se utiliza destaca la doma.
Cabe destacar que el rebenque muchas veces se confunde con la fusta, otro elemento que se emplea para azuzar a los caballos. Existen, sin embargo, diferencias de tamaño entre los distintos elementos que componen estos instrumentos.
Un símbolo
Por todo lo dicho, el rebenque es un elemento que se constituye como un símbolo de la vida rural sudamericana y del hombre de campo. Esto hace que muchos comercios vinculados a estas cuestiones lleven el nombre de rebenque: restaurantes que se especializan en parrilla, talabarterías, etc.
Lamentablemente, así como ocurre en otros casos, que el rebenque sea un símbolo de cierto grupo de la sociedad no significa que debamos aceptarlo como algo positivo o enriquecedor. No olvidemos que se trata de un instrumento de maltrato, tanto por lo que causa directamente al caballo como por el sistema que permite sostener: una organización creada por el ser humano que se apoya en el maltrato hacia las demás especies, a quienes esclaviza y utiliza a su gusto.
Resulta muy difícil de entender que aceptemos con tanta naturalidad la imagen de un rebenque siendo utilizado para pegarle a un caballo pero que nos horroricemos ante la mera idea de que en lugar del animal se encontrase una persona. ¿Cuál es la diferencia entre los animales y nosotros, ésa que justifica que podamos explotarlos, esclavizarlos, someterlos a vidas horribles, y que ellos a nosotros, no?
El rebenque, la fusta, el látigo, el establo, la plaza de toros… ¿Debemos aceptar la existencia de dichas creaciones? Si buscamos la igualdad de derechos, si deseamos vivir en armonía con la naturaleza, con nuestro entorno, sin pisotear la libertad de quienes nos rodean, entonces, no. La imagen de la bomba atómica nos causa horror, porque sirvió para matar a muchas personas inocentes de una forma espantosa e injusta; debería ocurrir lo mismo con cualquier instrumento que sirviera para despojar a un ser vivo, humano o no, de su vida, de su familia, de su hogar.