Regurgitación es el proceso y el resultado de regurgitar. Este verbo refiere a expulsar a través de la boca diferentes sustancias que se encontraban alojadas en el estómago o en el esófago, sin necesidad de vomitar o de realizar un esfuerzo.
En los seres humanos, la regurgitación es normal en los bebés. Esto se debe a diversos motivos: el esfínter gastroesofágico no está bien fijado aún en la región estomacal superior, el estómago se llena con demasiada rapidez o el bebé «traga» aire. Por eso es frecuente que los niños de hasta siete meses aproximadamente regurgiten tanto por la boca como por la nariz la leche que ingieren.
La regurgitación en los bebés
Es importante señalar que la regurgitación no le causa malestar al bebé ni representa un peligro para él; más aún, tampoco puede producirle asfixia si le ocurre mientras se encuentra tumbado. Tanto es así que el verdadero problema es tan superficial como el hecho de que ensucie su propia ropa o la de su madre, razón por la cual es normal poner una pequeña toalla cerca de su boca luego de cada toma de leche.
Durante las primeras semanas de vida, los niños suelen regurgitar luego de cada ingesta, en un plazo que no supera la hora. Sin embargo, cuando empiezan a sentarse, lo cual ocurre aproximadamente a los seis meses, la frecuencia de este fenómeno disminuye notablemente y, finalmente, desaparece una vez que alcanzan el año, o incluso un par de meses antes.
Técnicas para minimizarlas
A pesar de que la regurgitación sea normal en los niños recién nacidos, en algunos casos se presenta con demasiada frecuencia, lo cual puede derivar en la intervención médica y la aplicación de ciertos productos. Sin embargo, antes de llegar a modificar su alimentación se suele recomendar la práctica de algunas de las diversas técnicas ideadas para minimizar la regurgitación, algunas de las cuales se listan a continuación:
- Alimentarlos antes de que se muestren demasiado hambrientos.
- Evitar todo tipo de distracciones, ruidos violentos e interrupciones durante las tomas.
- En el caso de usar biberón, provocar varios eructos a lo largo de cada toma, en plazos de aproximadamente cinco minutos. Esto no debe practicarse si toman el pecho y tienen una buena postura, ya que no tragan aire.
- Evitar que se encuentren recostados mientras se alimentan.
- Si los niños sueltan el biberón o el pecho, no es recomendable insistirles, ya que esto suele indicar que han ingerido una cantidad suficiente y es probable que la regurgitación tenga lugar para expulsar el exceso.
- Al usar biberón es importante escoger una tetina adecuada, cuyo agujero tenga un diámetro moderado, para que la leche no fluya en exceso. Para probar la calidad de la tetina basta con colocar el biberón dado vuelta en vertical y asegurarse de que no salga un chorro, sino gotas.
- Evitar los juegos después de las tomas.
- Procurar que la cuna se encuentre ligeramente inclinada, con el extremo de la cabeza a mayor altura que el de los pies, para evitar la regurgitación mientras duermen.
En los adultos, en cambio, la regurgitación revela un trastorno de salud. El fenómeno puede deberse a un incremento de la presión del abdomen, una hernia hiatal o el desarrollo de acalasia, por ejemplo.
Regurgitación en animales
Los animales, por su parte, apelan a la regurgitación por diversos motivos. Especies como el pingüino regurgitan parte de la comida para alimentar a sus crías. De esta forma, las crías reciben el alimento ya digerido directamente en su pico.
Los buitres, los búhos y otras especies de aves se encargan de regurgitar los huesos, lo pelos y otras partes de sus presas que no logran digerir. Aquello que expulsan a través de la regurgitación se conoce como egagrópila, una especie de bola formada por estas sustancias expulsadas.