Relámpago es un término que llegó a nuestra lengua procedente del vocablo latino relampadare. Se trata del resplandor generado por una descarga de electricidad en la atmósfera. Es importante no confundir con un rayo, que es la descarga eléctrica en sí misma.
El relámpago, por lo tanto, es la emisión lumínica que acompaña al rayo. En las tormentas también suelen oírse los truenos, cuyo estruendo es generado por la onda que produce el rayo cuando, a su paso, calienta el aire. Los relámpagos nunca alcanzan la superficie terrestre, algo que sí pueden hacer los rayos.
Cabe señalar que el relámpago y el trueno se producen casi al mismo tiempo, aunque en primer lugar aparece el relámpago, ya que la luz viaja a mayor velocidad que el sonido. Se dice que es posible calcular a qué distancia se encuentra una persona de una tormenta, simplemente dividiendo el tiempo que pasa entre el relámpago y el trueno (en segundos) por la velocidad del sonido, la cual se aproxima a los 330 metros por segundo. Para ello, debemos contar los segundos que pasan desde que vemos un relámpago y realizar dicha división.
Cómo se produce un relámpago
La lluvia, al caer sobre la Tierra, provoca una evaporación natural por convección. De este modo, mientras cae la lluvia, suben gotas hacia las nubes. A una altura de unos 2,5 kilómetros, debido a la baja de temperatura, se generan además partículas de hielo que, por la gravedad, descienden.
El choque entre el hielo que cae y las gotas que se elevan por la evaporación deriva en la formación de un campo eléctrico: cuando las cargas se transfieren, se producen los relámpagos.
Un despliegue que atrae
Los relámpagos y los rayos se caracterizan por un despliegue que resulta espectacular para el ser humano, y esto se puede apreciar en las innumerables menciones que han recibido a lo largo de la historia en todo tipo de mitos, que abarcan desde los dioses del Olimpo hasta la literatura moderna.
Por otro lado, muchas personas disfrutan de observar los relámpagos durante las tormentas más feroces, ya que eso les recuerda que la naturaleza alberga una fuerza imposible de dominar. Además, mientras que los científicos ven un fenómeno, las personas ajenas a la ciencia experimentan un espectáculo de energía que roza la magia.
Cabe mencionar que los rayos, relámpagos y truenos también pueden ser motivo de terror para algunas personas, especialmente para los niños y por la noche, ya que la violencia de tales fenómenos activa su imaginación y les impide estar tan atentos al entorno como en los momentos de tranquilidad. Cuando la oscuridad es interrumpida sin aviso por la potente luz de un relámpago, se producen alargadas sombras durante fracciones de segundo, y éstas pueden ser interpretadas como «presencias extrañas» por los más susceptibles; si a esto se le suma un estruendo capaz de hacer temblar la Tierra, cuesta imaginar un escenario más aterrador.
Otros usos del término relámpago
Por la vivacidad y la velocidad con la cual aparecen los relámpagos, el término también se utiliza de manera simbólica para nombrar a diversas cuestiones o cosas que acontecen con rapidez o que son repentinas.
En este sentido, se conoce como guerra relámpago a la táctica militar que consiste en iniciar las acciones de ataque con un bombardeo y luego, de manera casi inmediata, continuar con una movilización de fuerzas para realizar una ofensiva de forma sorprendente. Ante estos movimientos, la fuerza enemiga no dispone de tiempo para organizar su defensa.