Réquiem es el nombre que recibe la misa católica que se desarrolla para pedir por el alma de una persona que ha muerto. Esta ceremonia se suele llevar a cabo antes de un funeral y en actos posteriores para recordar al individuo fallecido.
El concepto también se utiliza para nombrar a la pieza musical que acompaña al texto litúrgico de la ceremonia en cuestión. Por eso, una gran cantidad de composiciones recibe la denominación de réquiem, aún cuando su interpretación sea poco frecuente en la actualidad.
Pensados en principio para el canto gregoriano, los réquiems luego tuvieron versiones polifónicas y de otras clases. Existen réquiems a cappella y otros que apelan a diferentes instrumentos como acompañamiento.
Partes del réquiem
La liturgia se divide en diferentes partes: Introito, Kyrie eleison, Gradual, Tracto, Secuencia, Ofertorio, Santo, Agnus Dei y Comunión. Ante la extensión de los textos, los músicos suelen tomar la decisión de omitir ciertos fragmentos o de dividir la liturgia en varios movimientos. Veamos a continuación el contenido de cada una de las partes:
- Introito: se pide al Señor que les provea a los fallecidos de luz perpetua y eterno descanso, haciendo mención de que todos los mortales se dirigen hacia él y de los sacrificios que en su honor les ofrecen en Jerusalén.
- Kyrie eleison: el texto es de escasa extensión y sus tres versos son prácticamente idénticos, todos con el objetivos de pedirle piedad a Cristo.
- Gradual: en esta tercera parte del réquiem, los fieles piden al Señor que los muertos gocen del descanso eterno y una luz sin final, como en el Introito, pero también se menciona la importancia de haber actuado con justicia durante la vida, para que su recuerdo no se desvanezca jamás.
- Tracto: se le ruega a Dios que absuelva las almas de los que hacia él se dirigen, para que no deban cargar con el peso de sus pecados y que, en lugar de sufrir la venganza, puedan ser felices eternamente amparados en su gracia.
- Secuencia: se habla del «día de la ira«, ése en el cual todo se reducirá a meras cenizas, del cual la Sibila y el rey David serán testigos.
- Ofertorio: se pide a Cristo que libere las almas de los muertos de las llamas infernales y del infinito abismo, para que no se pierdan en las tinieblas, sino que encuentren la santa luz que fue prometida a Abraham y sus descendientes. Se le ofrecen alabanzas y súplicas a cambio de que dé a los difuntos la vida eterna.
- Santo: esta parte sirve para exaltar la grandeza y la santidad del Señor, cuya gloria inunda el cielo y la Tierra, y para bendecir a aquéllos que en cuyo nombre se presentan.
- Agnus Dei: de una sencillez similar a Kyrie eleison, sus líneas son prácticamente iguales entre sí y piden al Cordero de Dios que les dé el descanso eterno a los muertos.
- Comunión: para cerrar el réquiem, se ruega una vez más porque la luz eterna ilumine a los difuntos, exaltando la misericordia del Señor.
Existen otros textos, que han sido añadidos a algunos arreglos, tales como el motete «Pie Jesu«, el «Libera me» (el cual proviene de la «Absolución«) y el «In paradisum» (del enterramiento).
Obras famosas
El réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart es uno de los más conocidos. Se trata de la última composición del músico austriaco, que dejó inconclusa y fue terminada por su discípulo Franz Xaver Süssmayr de acuerdo a sus instrucciones. Este réquiem fue estrenado en la misa que se realizó tras la muerte del propio Mozart.
Antonio Salieri, Robert Schumann, Johannes Brahms, Giuseppe Verdi, Ígor Stravinski y Andrew Lloyd Webber son otros compositores que han creado réquiems, muchas veces con la intención de que sean interpretados en funerales de seres queridos para honrar su memoria.