Resto es aquello que sobra o que subsiste de un todo. La noción también se emplea en matemática, química y en diversos juegos y deportes, con distintos significados específicos.
Por ejemplo: «Al terminar de almorzar, el joven juntó los restos y se los dio a los perros», «Los restos del cantante serán repatriados en las próximas horas», «Un grupo de paleontólogos descubrió los restos de un gran dinosaurio carnívoro en las inmediaciones del arroyo».
Los restos pueden ser las sobras de la comida. Si una persona se prepara un sándwich de jamón y queso pero sólo se come un tercio del mismo, aquello que no comió constituye los restos del sándwich en cuestión.
Restos mortales
La noción de restos o restos mortales hace referencia al cadáver de una persona o a lo que queda de él: «Sus restos fueron velados en el Congreso», «La Justicia pidió exhumar los restos de la víctima para realizar nuevos estudios», «Quiero que mis restos mortales sean incinerados y mis cenizas, arrojadas al mar».
Si bien también es posible utilizar la palabra restos para referirse al cadáver de cualquier especie, tanto animal como vegetal, no es tan común, ya que para nuestras culturas la muerte suele ser muy difícil de aceptar, o bien tener asociada una serie de rituales y conceptos que la alejan de lo que significa desde un punto de vista biológico: una etapa necesaria del ciclo vital.
Esto no significa que para los demás animales la muerte no tenga significados más profundos que el mero «dejar de vivir», sino que el ser humano no puede saberlo a través de la observación tan limitada y cargada de prejuicios que hace de ellos, y por eso prefiere negar dicha posibilidad y tratarlos como entidades básicas y esclavas de la naturaleza, que no hacen más de lo que les indica su instinto y su herencia genética; en otras palabras, nos enseñan que un ser humano muerto es un símbolo, mientras que un caballo muerto es una montaña de carne y huesos en proceso de descomposición.
Por otro lado, las personas que consiguen entablar lazos afectivos con individuos de otras especies (perros, gatos y caballos, entre otras) no suelen pensar de esta manera: ante el fallecimiento de sus amigos cuadrúpedos reaccionan tal y como si hubieran perdido a un ser humano, o incluso con un pesar mayor. Mientras los científicos hablan de sujetos y ejemplares de una especie como si se tratara de productos fabricados en serie, ellas se refieren a los animales por sus nombres de pila y los identifican con un sinfín de rasgos únicos e irrepetibles.
Vestigios fósiles y arqueológicos
Se conoce como restos fósiles, por otra parte, a los vestigios de organismos que vivieron en la Prehistoria. Estos restos suelen convertirse en rocas a partir de su mineralización, una particularidad que posibilita su subsistencia en el tiempo. Gracias a los restos fósiles se puede conocer cómo eran los dinosaurios, por citar un ejemplo.
Los restos prehistóricos de construcciones, vasijas, herramientas y esculturas, entre otros elementos, se denominan restos arqueológicos. Al igual que ocurre con los fósiles, estos restos permiten generar conocimientos sobre el pasado, tanto acerca de cuestiones sociales o políticas (cómo organizaban ciertas civilizaciones antiguas sus asentamientos, cómo comían, qué recursos había a disposición de los habitantes en la vía pública) como de catástrofes naturales que arrasaron con ciudades enteras.
Uno de los ejemplos más impresionantes es el de la antigua ciudad de Pompeya, perteneciente al Imperio Romano, donde una erupción del Vesubio dejó «congelados» a sus habitantes, a causa del flujo piroclástico, una mezcla de aire atrapado, materiales sólidos y gases calientes que avanza a nivel del suelo a velocidades que van desde los 10 a los 200 kilómetros por hora.